Sin embargo, una de las barreras más grandes con la que se encuentran a su llegada es, con frecuencia, la del idioma. Salvo los de habla hispana, el resto deben ponerse a trabajar de modo inmediato para lograr desenvolverse en el día a día y lograr, en un futuro próximo, acceder al mundo laboral.
Los motivos que mueven a hombres y mujeres suelen ser muy distintos. Mientras que ellos buscan el acceso automático a un empleo, y con frecuencia dejan de acudir a clase porque lo han encontrado, las mujeres piensan mucho más en poder mantener una conversación con su médico o el profesor de sus hijos.
Éste es uno de los principales motivos por el que el número de alumnos es mayoritariamente femenino. Además, son las mujeres la que habitualmente acaban el curso al completo.
Sólo en los primeros meses del 2008 en Cruz Roja y Cáritas se han impartido estas clases a 77 alumnos. Su incorporación al curo ha sido paulatina, sin periodo de matriculación, y adaptándose a sus necesidades.
Respecto a la asociación religiosa, destaca el alto número de árabes -sobre todo marroquíes y argelinos-, rumanos, polacos y brasileños que han albergado las aulas en los seis primeros meses del año, sumando un total de 52 personas.
Las iniciativa, que se puso en marcha ya en el año 2000, se desarrolla gracias a la labor que realizan los voluntarios que actúan como profesores. Dos de ellos lo son de profesión y otros dos son ingenieros. En función del número total de voluntarios que haya disponibles se crean los diferentes grupos.
‘Las clases las dan profesionales voluntarios, que trabajan sobre todo con las personas de más reciente llegada y con una situación más inestable con el objetivo de que adquieran los conocimientos básicos para desenvolverse en su entorno, además eso sí les enseñan los principios gramaticales’, explica Pilar Corral, la máxima responsable de los programas de Inmigración de Cáritas.
Sus métodos de enseñanza se basan en dibujos, mímica, repetición y, sobre todo, imaginación y mucha paciencia. Las clases se imparten dos días a la semana durante dos horas. En este aspecto, señala que las explicaciones se realizan desde un punto de vista ‘práctico porque hay que entender que la incorporación se produce a cuentagotas y, además, durante todo el año. Nos adaptamos a la situación real que es la de la llegada constante de los inmigrantes’, explica Corral.
Por su parte, Cruz Roja ha reunido en sus aulas a 25 inmigrantes en el último curso escolar, una cifra sensiblemente inferior a la de años anteriores -la iniciativa lleva en marcha desde 2005- debido a que la falta de profesores voluntarios no ha permitido iniciar el programa hasta el mes de marzo.
‘Ha sido un problema, la verdad, y me gustaría animar a la gente que tenga un poco de tiempo libre para que venga y colabore. Para ser profesor de español en Cruz Roja no hacen falta grandes conocimientos sino echarle muchas ganas y paciencia’, asegura Sandra Pérez, responsable del Programa de Empleo e Inmigración de Cruz Roja.
En estos meses, se ha atendido a personas procedentes de Nigeria y Polonia en su mayoría, aunque también de Marruecos y Rumania, que han seguido las clases de lunes a jueves durante una hora, facilitándoseles los horarios tanto de mañana como de tarde.
Una vez los alumnos logran adquirir un conocimiento básico del idioma, son derivados al Centro de Adultos. ‘Vienen con un nivel cero y en el periodo que están aquí nos centramos mucho en lograr que aprendan a mantener una conversación y utilicen frases coloquiales por si tienen que ir al médico, a comprar o buscar empleo. Cuando lo consiguen, se van’, explica Pérez.
En cuanto a los que tienen mayor facilidad para aprender el idioma, desde ambas asociaciones se destaca que portugueses y rumanos ‘se sueltan’ antes así como aquellos que llegan a España con una educación previa en sus países equivalente a la ESO o Bachillerato. Marroquíes y polacos ‘lo tienen más complicado’.
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