La ética es uno de los ámbitos del conocimiento humano, junto con la sociología, que mejor responde a las necesidades actuales. No obstante, el saber ético es complejo, lo que origina que, a menudo, se produzcan confusiones.
Dichas confusiones, en parte, se originan por las diversas corrientes éticas existentes, que pueden originar confusión en las personas inexpertas, aunque también se producen errores por la identificación de la ética con otras zonas del saber como la teología. Además, también está muy generalizada la idea que afirma que cualquier valor es identificable con lo bueno y un gran desarrollo ético. Esto no es así.
La toma de decisión
Cualquier tipo de decisión, sea cual sea, lleva implícito un valor positivo o negativo. De hecho, si uno de nosotros desarrolla una actividad lo hace para obtener una determinada finalidad. Al vender o comprar acciones, al contratar o no a una determinada persona nos estamos guiando por un análisis y por una valoración de ese acto final.
Esta y otras cuestiones entran a formar parte de la ética de las organizaciones que se ha venido desarrollando en la era postindustrial. En esta ética se tienen en cuenta las circunstancias de las empresas y las respuestas que ellas aportan. Obviamente, existe un componente social muy grande que genera una presión sobre las corporaciones, por ello es muy importante realizar una buena toma de decisiones para evitar problemas posteriores, tanto internos como externos.
A su vez, las empresas juegan un papel social importante lo que supone la necesidad de integrar la responsabilidad social, y por tanto la ética, en el gobierno de la corporación. Además, es muy importante difundir la responsabilidad social a través de la organización, llegando incluso a extenderla a los proveedores.
El ámbito de la ética
La Universidad Santa Clara, de los Estados Unidos, tiene un centro de estudios de ética aplicada, Markkula Center for Applied Ethics, en el que se ha hecho una introducción al pensamiento ético, intentando evitar las confusiones existentes.
En ese trabajo se advierte que las éticas no son sentimientos, aunque éstos nos dan importante información para nuestras elecciones. También se afirma que la ética no es religión, ni ciencia, ni debe confundirse con las leyes. En este último caso, la ley debería incorporar un mínimo ético (por ejemplo los derechos humanos), pero es posible que la ley esté corrompida a nivel ético.
Otra confusión habitual es la de pensar que las éticas se rigen por comportamientos o normas culturales. Piénsese en las culturas sexistas, en la esclavitud de determinadas culturas, etcétera, estos comportamientos pueden ser vistos, a nivel cultural, con normalidad pero son éticamente reprobables.
Al hablar de éticas, se muestra la inexistencia de un sólo tipo de ética. A día de hoy hay diversas corrientes éticas que implican fundamentos y planteamientos distintos. En este sentido podemos hablar de una ética de las virtudes, de una ética de los valores, del utilitarismo, de una ética del deber, de una ética vitalista y de una ética postmoderna.
Mejorar las decisiones de la organización
Recientemente, la revista MIT Sloan Management Review ha publicado un trabajo en el que se presenta un marco o entorno diseñado para explorar los valores implícitos en las decisiones. La intención del mismo es facilitar la identificación y evaluación de dichos valores mejorando las decisiones en el entorno empresarial.
Este marco permite a toda una empresa en conjunto, y a sus miembros, moverse entre las decisiones más concretas y puntuales hasta los valores de mayor nivel. La idea fundamental es emplear técnicas de cartografiado de decisiones, que en función del nivel ético en el que nos movamos y de la ganancia que parece que podríamos obtener, ayuda en la toma de decisiones. A su vez, amplia las posibles elecciones y motiva una visión más equilibrada de las consecuencias positivas y negativas.
Con esta estructura valorativa, se intentan evitar las ocasiones en la que los empleados de una corporación pueden llegar a dar el visto bueno a acciones éticamente negativas, pero no porque ellos lo deseen si no por otros motivos. Las razones de esto pueden ser: la primera podría ser que los valores de la organización en la que se encuentra son difusos para ellos, la segunda posibilidad es que no tuviesen claro sus propios valores, la tercera tiene que ver con que la interpretación, que podría favorecer a las opciones preferidas a priori, o que piensen que tienen las manos atadas, al no ver otras opciones.
Estas posibilidades necesitan ser tenidas en cuenta en la gestión de la toma de decisiones de las corporaciones. Por ello, en este trabajo se aportan los mecanismos precisos para crear una cultura en cada empresa que integre los valores de la misma en las personas que tengan que realizar labores de decisión. Con este sistema, la responsabilidad social de la empresa no sólo se limitaría al ámbito interno, incluso se podría llegar a extender a las empresas subsidiarias.
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