Por no haber podido encontrar trabajo de jornada completa”. Éste es uno de los epígrafes que contempla la Encuesta de Población Activa (EPA) en el apartado de ocupados a tiempo parcial. Más allá, es el motivo que han señalado en el segundo trimestre de este año 810.700 empleados para justificar que su jornada no sea a tiempo completo, según la encuesta. Esta cifra supone que uno de cada tres empleados que trabaja con horario parcial lo hace porque, de lo contrario, estaría en el paro.
En general, el número de ocupados que trabaja una jornada no completa se mantiene en alza en los últimos meses. Desde el tercer trimestre de 2007, cuando se produjo una caída de este tipo de empleados, el número no ha parado de incrementarse hasta alcanzar en los últimos tres meses los 2.449.200, 172.400 más que en el último trimestre del año pasado.
En el mismo periodo de tiempo, el factor sin alternativa, ha cobrado más fuerza, pasando a convertirse en la razón principal de 810.700 personas, frente a las 737.200 que lo consideraban a finales de 2007. Esto supone que 73.500 personas más en seis meses están ocupados a tiempo parcial, porque no encuentran un empleo con jornada completa.
La coincidencia con la crisis es visible. Fue a finales de 2007 cuando la situación económica empezó a hacer mella en la sociedad. Ante estas circunstancias, todo parece apuntar que las empresas han empezado a utilizar la contratación a tiempo parcial como mecanismo para reducir costes laborales ante una desaceleración de la producción. De esta manera, los trabajadores han tenido que adaptarse a las condiciones del mercado.
Dos etapas, dos coyunturas
De todas formas, los españoles no han sido nunca propensos a desarrollar empleos a tiempo parcial. Es más, este tipo de jornada ha sido considerada marginal en el país durante muchos años. Esto se debía a la complicada normativa que lo regía, así como a las condiciones precarias o de menor salario. Pero, en los últimos tiempos los cambios en la regulación del trabajo parcial han propiciado un crecimiento de estos contratos, aunque España todavía se sitúa por debajo de la media de la Unión Europea.
Lo mismo ocurrió a principios de los años 90. La tasa de empleo parcial se duplicó, motivado también por importantes cambios en la legislación, con el objetivo de que favoreciera “el incremento de las tasas de empleo”, según la ley vigente en ese momento. Sin embargo, y al margen de estas modificaciones legales, en ambas etapas de crecimiento del empleo parcial es fácilmente perceptible una correlación con tiempos económicos de coyuntura, pues 1993 fue un año de difíciles situaciones y 2008, de críticas.
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