La Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (FENACORE) advirtió hoy de que el envejecimiento progresivo de la población en las zonas rurales puede conllevar “graves riesgos” para el desarrollo económico de algunas regiones que podrían sufrir los efectos de la desertización en el plazo de quince años. En la actualidad, más de la mitad de los agricultores que desarrollan su actividad en el campo español superan los sesenta años de edad.
El informe -realizado con el objetivo de demostrar el papel que ejerce el regadío en el desarrollo económico, la demografía y el medio ambiente en los territorios- muestra que buena parte de las explotaciones agrarias podrían quedar abandonadas en 2020, ya que el crecimiento poblacional en zonas rurales -especialmente de cultivos de secano- es muy inferior al de los núcleos urbanos.
En este sentido, el estudio muestra que las superficies de regadío son el “salvavidas” para evitar el abandono de las zonas rurales ya que contribuyen a fijar la población al territorio, impulsando el desarrollo demográfico y económico del lugar, con el consiguiente beneficio para el medio ambiente: “una zona de regadío abandonada puede convertirse en el basurero de la ciudad más próxima”.
A más regadío, más población
Por otro lado, el estudio pone de manifiesto la estrecha relación existente entre los regadíos y el desarrollo demográfico, hasta el punto de que aquellas zonas donde la mitad de su superficie es regada concentran una mayor población si se compara con otros lugares agrícolas del territorio español.
De esta forma, aquellas zonas con más de un 50% de superficie regada experimentan un crecimiento demográfico en el entorno del 6,8%, frente al 4,8% que registran aquellas zonas donde apenas cuentan con un 20% de regadío.
Según datos de Fenacore, las zonas de regadío más significativas desde el punto de vista demográfico son aquéllas ubicadas en el arco mediterráneo o algunas zonas de interior, que tienen más del 20% de su superficie regada y están dedicadas al cultivo de hortalizas y frutas, principalmente.
Según el estudio, en los últimos años la población y la densidad en estas zonas regadas han aumentado en un 15% y en un 54%, respectivamente, mientras que en el conjunto de España lo ha hecho sólo en un 6% y 8%, respectivamente. Por el contrario, en aquellas comarcas menos regadas la densidad ha caído un 25%, manteniéndose aún así por encima del promedio nacional.
Los inmigrantes, salvaguardias del campo
Este crecimiento demográfico responde también, en gran medida, a la afluencia de población inmigrante como es el caso de Almería, Castellón o Murcia, donde numerosos extranjeros han ubicado su lugar de residencia atraídos por la demanda de mano de obra para trabajar el campo. De esta forma, los inmigrantes han contribuido a cubrir el éxodo de la población no extranjera del campo que emigraba frecuentemente a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida.
En este sentido, la llegada de inmigrantes a las zonas rurales ha aumentado en un 72% en tan solo cinco años. El colectivo inmigrante en las zonas de regadío más significativas viene a representar aproximadamente el 13% de la población, frente al 8,2% de las zonas menos regadas. El 70% de estos residentes extranjeros que trabajan en el laboreo tienen una edad comprendida entre los 30 y los 55 años.
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