La actividad remesadora, que había experimentado un auge desconocido en nuestro país gracias a la llegada masiva de inmigrantes y la bonanza económica, recortó de forma drástica su actividad durante el año pasado, según el Banco de España. A pesar de que el número de operaciones ha aumentado un 23,2%, el volumen de activos de las remesadoras pasó de crecimientos del 29% en 2006 a una tasa de tan solo el 2% en 2007.
Pero no es lo peor. La cuenta de resultados acumulada arroja un retroceso del 8,5% con respecto a los beneficios de 2006, que crecían al 69,1%. La fuente de ingresos fundamental del negocio, las comisiones, han caído víctimas de la gran competencia en el sector. En neto, han descendido un 19,5% en el periodo, hasta los 42,3 millones de euros.
Sector sensible
Según señala los expertos, los primeros meses del año pasado fueron de aumento de actividad, para experimentar un brusco descenso a partir de la mitad del 2007. Entre las causas principales, señalan la escalada del paro entre los sectores que emplean a la mayor parte de la población inmigrante. Principalmente, la construcción, pero también los servicios. Ello hace de la actividad remesadora una de las más sensibles a los cambios de ciclo económico.
También la inflación pesa en la cantidad de dinero enviado por los inmigrantes. Al aumentar el coste de la vida, la capacidad de ahorro se reduce. Otra de las causas, si bien con una incidencia menor, es la depreciación del dólar, que ha hecho que el inmigrante pueda enviar menos euros para que su familia siga recibiendo los mismos dólares.
Efecto en los países
De continuar la tendencia, los efectos sobre la economía de los países receptores serán graves. Para muchas familias, el dinero del exterior es la única fuente de ingresos para subsistir. Se considera que la financiación de las remesas es además una fuente de financiación clave para los pequeños emprendedores. Además, y también según datos del Banco de España, hay países, como Bolivia, donde sólo las remesas enviadas desde España representan ya el 10% del Producto Interior Bruto.
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