Los factores psicológicos no agravan una inflamación, a pesar de ser un factor que incrementa el riesgo de sufrir una enfermedad coronaria y que la inflamación sea también un factor asociado con el desarrollo de enfermedades del corazón, según una investigación realizada por el Colegio Universitario de Londres y publicada en julio en ‘Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology’.
Según explica el doctor Hermann Nabi, responsable de la investigación, "aunque varios estudios han demostrado que los factores psicológicos juegan un importante papel en el desarrollo y pronóstico de las enfermedades coronarias, el mecanismo que sostiene esta asociación sigue siendo un gran desconocido".
Varias investigaciones recientes han sugerido que diversos marcadores de inflamación podrían ser un medio por el que factores psicológicos influyen en la llegada de una enfermedad coronaria. Para conocer este fenómeno más en profundidad, los investigadores que realizaron este estudio utilizaron datos del Whitehall II Estudio para comprobar si los factores psicológicos influyen en los procesos de inflamación elevando el riesgo de sufrir estas patologías.
En esta investigación han participado un total de 6.396 funcionarios –cerca de 4.450 hombres y 1.940 mujeres– con edades comprendidas entre los 35 y los 55 años y que no habían sufrido ninguna enfermedad coronaria cuando comenzó el seguimiento.
Dos factores psicológicos -el mal humor y la angustia- fueron analizados entre 1985 y 1988 en estos participantes y entre 1989 y 1990. El equipo de científicos midió los marcadores inflamatorios entre 1991 y 1993, incluida la alta sensibilidad la proteína C-reactiva, junto a factores de riesgo para la enfermedad coronaria como los factores sociodemográficos y el estrés laboral.
La incidencia de la enfermedad coronaria fue calculada entre 1991 y 1993 y entre 2003 y 2004. Como enfermedad coronaria se entiende enfermedad coronaria mortal, el primer fallo cardíaco no mortal o la angina, un dolor de pecho relacionado con el corazón.
Después de tener en cuenta la potencial influencia de los pacientes de su edad, sexo o etnia, los investigadores demostraron que los niveles más altos de mal humor y angustia psicológica estaban asociados con una mayor incidencia de enfermedades coronarias.
Sin embargo, aclararon que estas alteraciones psicológicas no estaban asociadas con las concentraciones de marcadores de inflamación. Para los científicos, la importancia de este hallazgo es que elimina la inflamación como mecanismo candidato para la asociación.
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