El Parlamento francés aprobó ayer miércoles por la noche, en una votación en el Senado, una reforma económica que en la práctica pone fin a las 35 horas de trabajo semanal.
La reforma fue secundada por la mayoría parlamentaria (derecha) del presidente Nicolas Sarkozy y criticada por la oposición socialista, que la califica de "regresión social".
Según Unión por un Movimiento Popular (UMP, en el poder) este texto da "la posibilidad a los empleados de trabajar más para ganar más".
Los senadores también adoptaron otras reformas sociales importantes como la modificación del marco para organizar huelgas o criterios más ajustados para las indemnizaciones del paro.
El texto más criticado por la oposición socialista y los sindicatos es el que permite a cada empresa no aplicar las 35 horas de trabajo semanal, una medida adoptada por el gobierno socialista hace 10 años, y siempre acusada por los conservadores de ser la causa de la falta de competitividad de Francia en estos últimos años.
La nueva ley mantiene la posibilidad de trabajar las 35 horas, pero da la libertad a cada empresa de negociar directamente con sus trabajadores la duración del esfuerzo laboral.
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