Un ingeniero que laboraba para la empresa transnacional Toyota es la última víctima mortal de una ‘enfermedad’ social generada por el stress laboral y un afán de excelencia y competencia sin límites.
Una enfermedad que según fuentes no oficiales cobra la vida de unos 10.000 nipones al año y que se ha convertido en un factor determinante para que Japón sea uno de los países industrializados con mayor número de suicidios.
Se conoce como karoshi, y no es otra cosa que llegar a la muerte por exceso de trabajo.
Aunque el nombre del ingeniero de la Toyota no ha sido dado a conocer, Mikio Mizuno, abogado que representa a la viuda ante los tribunales, reveló a la prensa que el profesional tenía 45 años, ninguna enfermedad conocida y trabajaba más de 80 horas extras al mes bajo una gran presión, pues estaba desarrollando una versión híbrida de uno de los modelos más avanzados de la compañía automotriz.
A nivel del mercado local y debido a la gran preocupación social que existe por el calentamiento global en Japón, Toyota y las principales empresas niponas de ese tipo han convertido a los modelos híbridos -limpios, ecológicos y económicos- , en su principal estrategia comercial. También compiten constantemente por lanzar nuevos carros al mercado, así como por imponer una tecnología dentro de un campo que a pesar del gran desarrollo alcanzado, todavía está en etapa experimental.
Hasta el fin de semana
La muerte del ingeniero, que trabajaba todos los días hasta altas horas de la noche e incluso los fines de semana, se produjo a causa de una isquemia en enero de 2006, pero el hecho apenas fue divulgado ahora por los abogados, que no quisieron dar a conocer la cifra que la viuda solicita a la empresa como compensación.
La hija de la pareja encontró muerto a su padre en su casa, junto a los papeles de su trabajo, poco antes de que este emprendiera un viaje a Estados Unidos donde debía presentar una nueva versión del vehículo Camry.
Toyota Motor Corp. ofreció sus condolencias y dijo que trabajará para mejorar la supervisión de la salud de sus trabajadores.
Pero este no es el primer caso que se registra en la firma Toyota de una muerte por karoshi o sobrecarga de trabajo.
En el 2002, un empleado de 30 años se desplomó mientras trabajaba en una de sus plantas de producción. Su viuda llevó el caso ante los tribunales y logró obtener una cuantiosa indemnización.
Si bien el karoshi fue un mal que comenzó afectando a los trabajadores fabriles en los 70, actualmente son los ejecutivos, los empleados de oficina los más afectados.
Las muertes más comunes que provoca el karoshi son por hemorragia cerebral o insuficiencia cardiaca o respiratoria, que aparecen de un momento a otro aunque se van ‘incubando’ por la fatiga y el estrés físico y mental, a lo que se suma el tener que recorrer largas distancias entre la vivienda y el lugar de trabajo, que en Japón, en promedio superan los 60 minutos de viaje en trenes completamente abarrotados.
La enfermedad, además, pone en entredicho el llamado ‘milagro japonés’, convirtiéndolo, según numerosas organizaciones de derechos humanos y de defensa a los trabajadores, en una manifestación más que elocuente de los niveles de explotación laboral a los que está llegando la nación asiática, miembro del G-8, el club de los países más ricos del planeta.
Según el Consejo Nacional de Defensa de las Víctimas de Karoshi, las muertes ocurren en todo tipo de industrias, desde plantas de montaje de maquinarias y automóviles, hasta empresas públicas, bancos y restaurantes.
Horas de regalo
En Japón, es totalmente común que un trabajador ‘regale’ horas extras a su empresa, como una forma de agradecerle que lo haya contratado y para mantener el nivel de competitividad y desarrollo alcanzado por el país, algo que el mundo entero admira aunque sin conocer el costo social que en las últimas dos décadas esto ha implicado. Y que ha salido a la luz pública y ha sido reconocido por las autoridades gracias a la presión de organizaciones civiles y familiares de las víctimas.
El primer caso que se registro de karoshi, fue reportado en 1969, cuando un empleado de un periódico local falleció de un ataque cardíaco, a pesar de tener solo 29 años.
Sin embargo, el término karoshi también se aplica a las personas que debido al estrés sufren infartos o derrames cerebrales, pero sobreviven y sufren las secuelas de por vida.
Debido a la presión ejercida por la opinión pública, en 1987, y por primera vez, el Ministerio de Trabajo publicó estadísticas sobre el tema.
Poco después, y debido a los numerosos casos de jurisprudencia que surgieron, el tema debió ser considerado como una enfermedad y regulado dentro de las leyes laborales.
Para que los tribunales acepten una demanda por karoshi, la víctima debe haber trabajado por lo menos 100 horas extras en el mes previo al incidente, aunque los accidentes (automovilísticos, caídas, etc.) que el trabajador pueda sufrir como consecuencia de la fatiga, no son considerados como karoshi, aún si se producen dentro del lugar de trabajo.
En 1994, la Agencia de Planificación Económica Japonesa del Instituto de Economía, calculó que las muertes por karoshi podían significar el 5 por ciento de todos los decesos causados por enfermedades cerebrovasculares y cardiovasculares de los individuos de entre 25 y 59 años.
Por su parte, todos los años, la Agencia Nacional de Policía clasifica los suicidios por la causa que los provocó. En 1980, 919 personas se quitaron la vida debido a problemas laborales. En 1999, la cifra creció a 1.624.
A su vez, el Ministerio de Salud publicó las siguientes estadísticas para el 2007: 147 trabajadores murieron debido al exceso de trabajo; otros 208 sufrieron graves enfermedades por la misma causa, que les dejaron secuelas físicas; y 819 fueron considerados mentalmente enfermos. De estos últimos, 176 se suicidaron o intentaron hacerlo.
Muchas veces, más es menos
Los países europeos con jornadas laborales medias más cortas, como Holanda, Alemania, Bélgica y Francia presentan mayor productividad por hora trabajada, según el Euroíndice Iese-Adecco (EIL), que analiza el mercado laboral europeo.
Aunque tradicionalmente se asocia una jornada laboral más extensa a una mayor productividad, añade el estudio, existe una relación negativa entre ambos conceptos y, al trabajar más horas, se "tiende a disminuir el aprovechamiento que se hace de cada una de ellas".
Así, destaca, una mejora en la eficiencia puede lograrse a partir de una reducción de la jornada de trabajo sin que ello implique una caída en la producción, sino todo lo contrario.
Dentro del mundo desarrollado, Estados Unidos es el país más productivo del mundo, pero porque sus trabajadores trabajan muchas más horas a la semana que los de otros países ‘ricos’.
Porque si las cosas se miden por productividad por hora trabajada los franceses, que trabajan mucho menos, son igual de productivos.
Corea del Sur, es según la OIT, el país del mundo donde la gente trabaja más horas (30 por ciento más que en E.U.) pero aún así no son los más productivos del mundo.
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