En palabras de Fernando Miralles, las personas que sufren el Síndrome del Ejecutivo “son ambiciosas y perfeccionistas, pero son gente triste y aburrida. Les da mucha pereza irse de vacaciones por lo que no las planean hasta el último momento y cuando salen necesitan una gran actividad para olvidarse de la actividad del trabajo, con lo cual en vez de descansar se estresan todavía más. Intentan quitarse un estrés con otro estrés. Por ello, en las reuniones con los amigos y familiares, su única conversación es hablar de su puesto de trabajo, de lo bien que se lo pasa en él y de lo coordinado que lo tiene todo”.
Enganchados al móvil
Un rasgo característico del Síndrome del Ejecutivo es que las personas que lo sufren “están constantemente enganchadas al móvil y miran el correo electrónico varias veces al día para estar conectado con su puesto de trabajo por el miedo a que cuando vuelvan tengan que realizar un esfuerzo excesivo para volver a controlar su trabajo”.
“Al final algunas de estas personas pueden sufrir ansiedad y somatizan estrés. Pueden tener hipertensión, colesterol alto, problemas gastrointestinales, pérdida de cabello y dermatitis. Estas personas, al volver de vacaciones pueden llegar a sufrir estrés posvacacional ante el miedo a lo que se van a encontrar a la vuelta a pesar de haber estado enganchados al trabajo todas las vacaciones”, asegura Fernando Miralles.
Causas
Fernando Miralles señala tres, que son el desconocimiento de nosotros mismos, la vida en una sociedad extremadamente competitiva y el incumplimiento de nuestro horario laboral. En cuanto a la primera, indica Miralles que “en la sociedad actual no nos conocemos a nosotros mismos” como consecuencia de una ausencia de momentos de soledad en los que nos podamos dedicar a nosotros mismos para conocernos mejor. “Desde pequeños a los niños no les dejamos nunca solos, siempre hay una persona mayor atendiendo a sus necesidades y de mayores seguimos estando reunidos siempre con amigos, familiares o con la pareja”.
El resultado es que si desempeñamos un rol dentro de la empresa en la que trabajamos, “cuando abandonemos la empresa de forma temporal podemos encontrarnos con nosotros mismos, y a lo mejor nos gusta o a lo mejor no”, lo cual hace que nos enfrentemos a una situación de incertidumbre. Eso nos genera un miedo a abandonar la empresa.
La segunda causa, dice Fernando Miralles que proviene de la vida en una sociedad muy competitiva. “A la gente se le mide si ha triunfado en la sociedad no porque sea feliz, haya creado una familia y ésta no tenga problemas. Lo que se le pregunta a una persona para ver si ha triunfado o no es qué estudios tiene, en qué trabaja y qué perfil socio cultural tiene”.
Para Miralles, el tercer aspecto que favorece al ‘Síndrome del Ejecutivo’ es el incumplimiento del horario laboral. “Hay empresas en las que no está bien visto que la persona salga a su hora y el simple hecho de trabajar en esa empresa implica que sabe que no va a poder salir nunca antes que el jefe, aunque ya haya pasado su hora de salida”. Esta situación hace que “el horario laboral se coma la vida personal”.
Como resultado, “el sentido de la vida está excesivamente basado en nuestro puesto de trabajo actual”, lamenta Miralles. “No hay discontinuidad entre trabajo, familia y vida personal, y esto va mermando la capacidad de la persona”. Además, advierte que cuanto más alto se está en la cadena de mando, más propenso se es para sufrir el ‘Síndrome del Ejecutivo’, “porque tu estatus viene dado por tu puesto de trabajo, y en el momento en que te vas de vacaciones, ese espacio queda vacío y no sabes cómo funcionará tu puesto de trabajo estando fuera. Por lo tanto, lo más cómodo y seguro es no irse de vacaciones para tener controlado el puesto de trabajo”.
Como consejo para superar el ‘Síndrome del Ejecutivo’, Fernando Miralles recomienda hacer un esfuerzo para conocernos mejor a nosotros mismos, “tener un momento de soledad al día en el cual sería conveniente no preparar el trabajo o las actividades del día siguiente, sino repasar lo que hemos hecho ese mismo día”. Además es necesario separar la vida personal del trabajo e invertir algo de tiempo en nosotros mismos, insiste.
Durante las vacaciones, Miralles recomienda, a aquellas personas propensas a sufrir este síndrome, independizarse del reloj, “que la persona se levante cuando ya no tiene sueño, se acueste cuando esté cansado y que coma cuando tenga hambre y vea a las demás personas comer. El móvil sólo se puede conectar una o dos veces al día, y el correo electrónico se puede mirar sólo una vez cada dos días”. También recomienda hacer gimnasia diaria, como mínimo quince minutos al día.
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