25 de noviembre de 2024
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Al menos 200 gallegos trabajan como escoltas en Euskadi y crece la demanda

Al menos 200 gallegos trabajan como escoltas en Euskadi y crece la demanda

La profesión, aunque no está exenta de riesgos, roza el pleno empleo, sobre todo en aquellos casos en que el solicitante está dispuesto a cambiar de lugar de residencia.

En España, alrededor de 5.000 personas trabajan como escoltas, la mitad de las cuales desempeñan su labor en distintos puntos del País Vasco. Se trata sólo de las cifras aproximadas que maneja el principal sindicato profesional del sector, AES -Asociación Española de Escoltas-, ya que el Ministerio del Interior no hace públicas las cifras "por una cuestión de seguridad".

"Reconocer el número real de escoltas en ejercicio supone constatar la existencia de un grave problema: el de la falta de seguridad en España; por eso al Gobierno no le interesa hacer públicos esos datos", reflexiona Pedro, un escolta radicado desde hace más de siete años en Euskadi.

Tras el último alto el fuego decretado por la banda terrorista ETA, en marzo de 2006, muchos fueron los escoltas que pensaron que iban a quedarse sin trabajo. Concejales y cargos públicos renunciaron a llevar protección ante la perspectiva alentadora del fin de la violencia en el País Vasco. Pero, el comunicado etarra de junio de 2007 en el que la banda terrorista ponía fin a la tregua, dio al traste con las perspectivas de pacificación a corto plazo. Desde ese momento, la demanda de escoltas no ha hecho sino aumentar. La incesante actividad de kale borroka, el robo de Armas y explosivos en Francia, así como los últimos atentados perpetrados han hecho el resto.

En la actualidad, sólo en Euskadi hay 152 escoltas gallegos afiliados a la AES, de lo que el sindicato infiere que en la comunidad autónoma vasca ejercen al menos 200 profesionales procedentes de Galicia. "Los gallegos que vienen a Euskadi a trabajar como escoltas son muy decididos, enseguida saben si este trabajo les gusta o no. Si ven que no aguantan el tirón, a los dos meses de haber llegado ya lo tienen completamente claro y se vuelven para Galicia", asegura Luis Mariscal, delegado de AES-Euskadi, escolta y preparador de escoltas para el Ministerio del Interior.

La profesión de escolta, si bien no está exenta de riesgos, no conoce el paro. "Un escolta tiene una posibilidad muy alta de encontrar trabajo en el sector, sobre todo si no tiene inconveniente a la hora de cambiar de lugar de residencia; porque, en ese caso, encuentra empleo seguro", constata Pedro Díaz, director de Cofisad Formación, Profesional en A Coruña, centro homologado por Interior, y que viene impartiendo cursos de formación en el área de la protección personal desde el año 1996. "Las empresas de seguridad nos remiten continuamente ofertas de empleo para escoltas por lo que efectivamente se puede hablar de que existe prácticamente pleno empleo. Es cierto que no todo el mundo puede cambiar radicalmente de vida, de lugar de residencia, de la noche a la mañana", asevera por su parte Joaquín Nebot, jefe de estudios del Centro Integral de Seguridad (CIS) de A Coruña, academia homologada de formación con presencia en las principales ciudades de Galicia.

Para convertirse en escolta, es requisito imprescindible estar limpio, esto es, no contar con antecedentes penales, y prepararse "en seguridad personal", sin descuidar aspectos relacionados con la psicología. "El escolta es una persona normal, de aspecto medio y al que, sobre todo, le tiene que funcionar muy bien la cabeza. Por eso, en la formación que impartimos no se descuidan aspectos psicológicos", puntualiza Nebot.

A cambio, el sueldo puede llegar a ser jugoso -suele rondar los 3.000 euros mensuales de media- pero no son pocas las privaciones a las que estos profesionales de la seguridad se ven sometidos en su día a día. "Es un trabajo en el que se tiene poca vida privada", constata el director de Cofisad. "Por eso es bastante habitual que cuando los escoltas se casan o forman una familia" abandonen la profesión, explica.

Díaz asegura que la práctica habitual de las empresas de seguridad de llamar a los centros de formación para ofrecer un puesto de trabajo a los alumnos es una tendencia que "se ha acentuado tras el fin de la tregua". Pero, y al contrario de lo que es la creencia más generalizada, la profesión de escolta no es sólo para hombres: "Es cada vez más frecuente que las mujeres que precisan escolta se decanten porque sea alguien de su mismo género quien las acompañe, ya sea por una cuestión de afinidad o para pasar más desapercibidas", apuntan los profesionales consultados por este periódico.

"El escolta es una persona normal, de aspecto medio. Se trata de que les funcione más la cabeza que ninguna otra cosa", puntualiza por su parte Joaquín Nebot.

Escoltas, no guardaespaldas

Una confusión que molesta especialmente en el sector es la de no saber distinguir a escoltas de guardaespaldas. "No es cierto que cualquier persona con dinero pueda contratar a una persona para que trabaje como su escolta sólo por presumir, por una mera cuestión de ostentación, como el que se compra un coche de lujo", explica un portavoz de la Asociación Española de Escoltas (AES). "La Subdelegación de Gobierno es la única autoridad competente para decidir quién está amenaza y por lo tanto, quién requiere protección", cuentan. "El objeto no es otro que impedir que alguien acaudalado pueda hacer un mal uso de esa protección", explica Nebot.

"Los señores cachas que vemos acompañando a los famosos y que tan mala prensa han tenido recientemente no son en ningún caso escoltas como erróneamente se ha dicho en algunos medios de comunicación", explican desde la AES.

"Escándalos como el protagonizado por Ana Obregón y su guardaespaldas perjudican mucho al sector", dice Nebot. "Se le pone la etiqueta de escolta a alguien que no lo es y eso hace mucho daño. Perjudica. Ser escolta es algo muy serio y no se puede frivolizar. Estos profesionales deben someterse cada tres meses a prácticas de tiro y si no las superan, pierden la licencia y, si la pierden, pierden su puesto de trabajo", concluye.

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