Europa descubrirá hoy lunes "el pacto de inmigración" elaborado por Francia para permitir que la Unión Europea (UE) frene los flujos migratorios no elegidos, modificado por las presiones de España, mientras algunos dirigentes piden prudencia ante la indignación de América Latina.
Francia hizo que ese pacto fuera una de las prioridades de su presidencia de la UE, iniciada el 1 de julio. Lo presentará a los ministros europeos del Interior durante su reunión de hoy lunes y mañana martes en Cannes (sur).
Sin embargo, Brice Hortefeux, ministro francés de Inmigración, que recorrió Europa para preparar un terreno favorable a sus propuestas, vio como sus garras eran limadas en Madrid.
La idea de un "contrato de integración" y sus obligaciones, una de las disposiciones más controvertidas del plan inicial francés, fue retirada de la versión fechada el 16 de junio y consultada por la AFP, a pedido de España.
Hortefeux dijo que esa idea no era más que "un punto menor" de su plan, y sostuvo que su supresión no afectaba los intereses franceses.
Los españoles también le obligaron a ceder en materia de regularizaciones. Francia quería prohibir las regularizaciones masivas, como las realizadas en los últimos años por los gobiernos de Italia y España y condenaba esas iniciativas.
Esta punto desapareció nuevamente bajo la presión de España, y la versión definitiva del proyecto de Pacto Europeo sobre la Inmigración y el Asilo probablemente no será muy diferente de propuestas mucho más moderadas presentadas a fines de junio por la Comisión Europea.
No obstante, este proyecto está impregnado del concepto de inmigración "elegida" que defiende el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
El texto endurece en efecto la política europea de inmigración, al tiempo que instaura reglas comunes a los 27 países miembros de la UE en materia de asilo.
Se trata fundamentalmente de dar prioridad a la inmigración laboral, regular la inmigración familiar, así como luchar contra los clandestinos reforzando los controles en las fronteras de la UE y facilitando el regreso a sus países de origen a quienes hayan logrado entrar.
Una de las misiones encargadas por Francia a Hortefeux es alejar a los indocumentados. El ministro francés de Inmigración podrá apoyarse en una legislación europea, la "directiva del retorno", adoptada a fines de junio, que provocó un escándalo en América Latina, pues numerosos indocumentados son latinoamericanos.
Aunque este conjunto de reglas apuesta por las partidas voluntarias, la realidad es muy diferente. De unas 30.000 personas que partieron de Francia entre mayo de 2007 y mayo de 2008, sólo el 38% se fueron por su propia voluntad. Las otras fueron expulsadas.
La indignación desencadenada en América Latina hizo que algunos responsables europeos pidieran prudencia antes de aceptar el proyecto francés.
"Nosotros no queremos dar la impresión de que Europa lanza una nueva campaña contra la inmigración", explicó uno de ellos.
En Europa, algunos críticos del plan francés hablan del "búnker europeo" y afirman que están escandalizados por el concepto mismo de "inmigración elegida".
"Una inmigración elegida por país en función de las necesidades de mano de obra no va a impedir la llegada de clandestinos", afirmó la eurodiputada socialista francesa Martine Roure, especialista en cuestiones de inmigración.
Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) advirtió a la UE contra un endurecimiento de esta política en detrimento de los derechos de los refugiados.
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