La mayoría sufre para conseguir un trabajo estable o pasan años yendo de un empleo temporal a otro y cobran salarios de miseria (para el costo de vida europeo). Les dicen baby losers o ‘mileuristas.
Además, están obligados a vivir en casa de sus padres porque no pueden comprar ni alquilar una vivienda y, en definitiva, viven frustrados.
El fenómeno alcanzó tal dimensión que los sociólogos estudian el problema de esos millones de náufragos sociales, conocidos en Francia como génération précaire y en España como ‘mileuristas’.
Hijos de la generación del baby boom, estos jóvenes, que algunos se empeñan en llamar baby losers, miran como un sueño la vida de sus padres que, a la misma edad, tenían un empleo estable, habían fundado una familia, poseían vivienda y automóvil, y podían salir de vacaciones todos los años.
"Por primera vez en la historia reciente de Francia, la generación que tiene entre 20 y 30 años sabe que tendrá un nivel de vida inferior a la generación precedente", afirma el sociólogo Louis Chauvel, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París.
Aunque no existen estadísticas precisas, extrapolando datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre desempleo y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) sobre graduados universitarios, los sociólogos estiman que existen 3,5 millones de jóvenes en situación precaria, principalmente en Italia, Francia y España.
"Cualesquiera que sean las causas, desde crisis económica a deficiencias del sistema educativo, el hecho es que Europa margina a esos jóvenes de la sociedad", sostienen los italianos Alessandro Rimassa y Antonio Incorvaia, autores de la novela Generazione 1000 euro, un best-seller.
Años para lograr estabilidad
El principal drama que enfrenta esa generación es el desempleo o la inestabilidad laboral. El índice de desocupación en el segmento comprendido entre 18 y 24 años es del 18 por ciento, es decir, dos veces superior al promedio general. Y esa tasa llega al 30 por ciento en países como Italia, Francia, Grecia y Polonia.
Hasta la década del 80, los jóvenes diplomados demoraban dos años para encontrar un trabajo estable. En la actualidad, deben esperar entre cinco y 10 años.
A pesar de que muchos salen de las universidades con varios diplomas, más de dos idiomas y experiencia en el extranjero, al final de sus estudios sólo reciben propuestas de trabajos muy mal remunerados o contratos de corta duración. Esa situación inestable genera fenómenos sociales como el que se puede ver en muchas familias españolas, donde es perfectamente normal que una persona de 30 ó 35 años viva aún con sus padres.
Esta angustia generacional nutrió el argumento de una película italiana: Tutta la vita davanti (Toda la vida por delante), un film del director Paolo Virzi, ambientado en un call center, uno de los típicos trabajos de los jóvenes mileuristas.
Y es que en Italia, el 47 por ciento de los jóvenes de 25 a 34 años viven con su familia.
El campeón de la inestabilidad laboral juvenil es España. A pesar de los 6 millones de empleos para jóvenes creados en el período 1997-2007, la mitad de los jóvenes de entre 18 y 35 años sobrevive con empleos temporales.
"La gran paradoja de este nuevo cuadro social es que antes los jóvenes ayudaban a los ancianos. Ahora se produce el fenómeno inverso", afirma Olivier Galland, experto del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia.
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