Era uno de sus compromisos electorales. Una reunión inmediata con patronal y sindicatos para sentar las bases del diálogo social durante la legislatura. Sin embargo, el miércoles, cuando la reunión se llevó definitivamente a cabo, sorprendió que lo único que tuviera que mostrar el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fuera un compromiso para elaborar una agenda que debe aprobarse antes del 31 de julio. Un día antes los agentes sociales habían recibido una Declaración para el inicio del diálogo social, que no ratificaron porque apenas tuvieron tiempo para consensuar.
¿Por qué esa urgencia para convocar el encuentro y aprobar una declaración improvisada después de tres meses de inacción? Fuentes próximas a la reunión celebrada en Moncloa explican que tanto Gobierno como patronal y sindicatos habían decidido darse un plazo de tiempo tras el victoria electoral del PSOE el 9 de marzo debido a que Zapatero sintió “que la coyuntura económica se le había ido de las manos y prefirió darse un margen de reflexión y no lanzarse a tumba abierta”. Una cautela con la que la mayoría de implicados estaba de acuerdo.
Es más, estas fuentes precisaron que en las tres horas de reunión el presidente habló con “extraordinaria franqueza”. ¿Admitió que vivimos una crisis económica? “No sé si mencionó el término crisis, pero es posible que, por primera vez, reconociera la gravedad de la situación”, explica una fuente conocedora del contenido de la reunión. ¿Por qué se rompió entonces la prórroga? “Simplemente porque el presidente ha acusado la presión mediática. Convocó a los medios y buscó una salida de impacto”, precisan.
Hacerse la foto
Zapatero habría buscado únicamente el efecto de una foto oportunista, acompañado por sus ministros Pedro Solbes, Miguel Sebastián, Bibiana Aído y Celestino Corbacho, pero sobre todo con el presidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, y los responsables de UGT y CCOO, Cándido Méndez y José María Fidalgo, respectivamente. “No aparecemos para certificar un acuerdo. Ha sido una idea del presidente”, dijo Fidalgo para explicar la multitudinaria instantánea a las puertas de Moncloa. Suyas fueron las palabras menos amables: todos deben sacrificarse pero los trabajadores “no puede ser los paganos de la crisis”.
“Bueno, algo de hacerse la foto hay, pero no es todo”, matizan estas fuentes. “Primero, la reunión duró tres horas, no fue protocolaria. Segundo, se habló con mucha sinceridad sobre la necesidad de que todo el mundo arrime el hombro para salir de la crisis. Y tercero, es todo un indicativo que vaya a ser Presidencia quien coordine el proceso, que en otras ocasiones se había visto embrollado por las pugnas entre diferentes Ministerios. Además, no hay que olvidar que el titular de Trabajo, Celestino Corbacho, es nuevo en estas lides”, explican.
Respecto al documento aportado por el Ejecutivo, “el propio Gobierno se dio cuenta enseguida de que era papel mojado. En estos casos, las declaraciones conjuntas exigen semanas de conversaciones y requieren que los técnicos, la gente que realmente se faja en las negociaciones, pase tiempo trabajando. No puede haber un proceso negociado que se plantea un día y medio antes”, explicaron estas fuentes.
La patronal CEOE quiso ayer limitar los efectos de esa primera aproximación y ponerla en su contexto. “Para nosotros no supone en modo alguno una decepción. Íbamos a una primera reunión y a tener un primer un contacto. Así nos lo habían planteado y eso fue que lo que pasó”, explicaron. El siguiente paso de un proceso que, como siempre, será arduo, es fijar la agenda y los objetivos a abordar en las mesas de diálogo.
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