La controvertida directiva sobre la expulsión de inmigrantes sin papeles sale adelante en una Eurocámara dividida. Ha pasado esta última prueba con una cómoda mayoría tal como la aprobaron los ministros de interior de los 27 a principios de mes, sin ninguna de las enmiendas con las que los grupos de izquierdas pretendían suavizarla.
La norma comunitaria conocida como “directiva de retorno” establece una prohibición de volver a entrar en la Unión de hasta cinco años para los inmigrantes que sean expulsados. Y también se puede repatriar a los menores. Además, prevé, entre otras cosas, que los sin papeles puedan estar internados hasta seis meses, o un año y medio, en casos excepcionales. Por otro lado, se les ofrece un período de retorno voluntario a sus países de origen.
Pasado este trámite, la nueva normativa entrará en vigor en 2010, dos años después de su publicación oficial.
El eurodiputado socialista italiano Claudio Fava aseguró, en rueda de prensa, que es una ‘aberración’ que tanto los gobiernos europeos como una mayoría del Parlamento comunitario hayan respaldado una norma que permite la retención de los irregulares hasta un máximo de 18 meses.
En la misma línea, su compañera francesa Martine Roure opinó que es ‘inaceptable’ un texto como éste, que establece la posibilidad de que se deporte a menores sin familia a ‘terceros países con los que no tienen ninguna relación’.
En declaraciones a Efe, el eurodiputado español de Izquierda Unida Willy Meyer se declaró ‘avergonzado’ ante la aprobación de la normativa
‘No me reconozco en esta Europa que pretende deportar a 8 millones de personas recuperando la figura de la detención administrativa’, indicó e hizo un llamamiento a la ciudadanía para que, a través de los sindicatos y las ONG, se movilice contra la directiva.
Precisamente, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) expresó en un comunicado sus dudas ante la posibilidad de que algunas disposiciones de la norma sean contrarias a los derechos fundamentales y calificó de ‘inaceptables’ los periodos de detención establecidos, la prohibición de retorno y la deportación a países distintos al de origen.
Por su parte, la organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional se mostró ‘profundamente decepcionada’, pues el texto adoptado ‘no garantiza el retorno de los inmigrantes en situación irregular en condiciones de seguridad y dignidad’.
‘Al contrario, un periodo de detención excesivo de hasta un año y medio, así como la prohibición de regreso a la UE para los expulsados podrían rebajar los estándares actuales en los Estados miembros y son un ejemplo extremadamente malo para otras regiones del mundo’, señaló en un comunicado.
También la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) aseguró desde París que varios puntos del texto ‘son incompatibles con las obligaciones de los Estados miembros en materia de derechos humanos’ y acusó a los eurodiputados de ‘rechazar la mayoría de las enmiendas destinadas a corregir las disposiciones que contienen potenciales violaciones de los derechos de los inmigrantes’.
La directiva ‘atesta un golpe a la universalidad de los derechos humanos en el año del 60 aniversario de la Declaración Universal’, indicó la presidenta de la FIDH, Souhayr Belhassen.
SOS Racisme calificó de ‘vergonzosa’ la adopción de la directiva, que ‘atenta contra los ideales de libertad y convivencia que portan los padres de Europa’.
‘Es inadmisible que se decida el encierro de personas vulnerables, como menores extranjeros, extranjeros enfermos, con el único motivo de que están en situación irregular a la vista de la legislación de los países de acogida’, indicó en un comunicado.
Por contra, el comisario europeo de Justicia e Interior, Jacques Barrot, destacó la creación de un marco jurídico común que pone fin a una ‘fragmentación que podía atentar contra la dignidad de las personas’.
‘Este texto ofrece ciertas garantías comunes (…), al tiempo que permite que los Estados miembros mantengan y establezcan regímenes más protectores’, señaló en un nota.
En el mismo sentido, el ponente de la directiva en la Eurocámara, el popular Manfred Weber aseguró que la norma supone un ‘buen primer paso’ y su aprobación demuestra la ‘capacidad de decisión’ del PE.
Weber criticó el ‘juego político’ del grupo Socialista, que votó mayoritariamente en contra, y recordó que algunos gobiernos socialdemócratas como el de España eran los que ‘querían una directiva más dura’.
Por parte del Partido Popular español, Agustín Díaz de Mera aseguró en un comunicado que la directiva es un ‘primer y decidido paso de la Unión Europea para tener una verdadera política de inmigración común’.
Respecto al periodo máximo de retención de hasta 18 meses, subrayó que pone fin ‘a algo difícilmente comprensible como es que en la Unión Europea haya lugares donde los inmigrantes pueden ser retenidos indefinidamente’ y destacó que ningún país podrá utilizar la norma ‘para endurecer sus leyes en materia de inmigración’.
En un comunicado, el sindicato critica la aprobación definitiva de esta norma, que, entre otras cosas, permite que los inmigrantes que lleguen a Europa en situación irregular puedan ser retenidos un máximo de 18 meses en centros de internamiento.
UGT lamenta que Europa tome este tipo de decisiones porque la UE, más que una unión económica, ‘ha de ser social’ y asentarse en el reconocimiento y el respeto de los derechos humanos, subraya.
‘Ningún Estado miembro que haya apoyado la Directiva puede sentirse satisfecho’ con una norma que permite privar de libertad a una persona sin decisión judicial y expulsar a los menores no acompañados, precisa el comunicado.
ICV
ICV ha criticado hoy la actitud del PSOE al dar su visto bueno a la directiva europea de retorno de inmigrantes porque, de esta forma, asegura, ‘da un giro a la derecha’.
Así lo han señalado en un comunicado de prensa el diputado de la formación catalana, Joan Herrera, y el europarlamentario Raül Romeva, para quienes el voto a favor de los socialistas resulta ‘lamentable’ y ‘gravísimo’.
El Parlamento Europeo, reunido en Estrasburgo (Francia), ha aprobado hoy esta directiva que, entre otros aspectos, establece un periodo de siete a 30 días para que los inmigrantes abandonen el país de destino voluntariamente y marca un plazo máximo de retención de 6 meses, ampliables a 18, y bajo supervisión judicial.
Para los representantes de ICV, la norma es ‘un atentado a los principios fundamentales del derecho a la libertad y el derecho a emigrar’.
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