Sin embargo, la propia Spelman, encargada de dirigir una campaña para clarificar el registro de gastos de la formación, ha negado a la cadena británica que acometiese un mal uso de los fondos de la Cámara y aseguró que el sueldo pagado a Tina Haines respondió a las labores que desempeñó como secretaria una vez tomó posesión de su escaño tras la inesperada muerte de su antecesora.
Una afirmación rebatida por la empleada, que precisó también a la BBC que su trabajo administrativo fue mínimo, ya que simplemente respondía al teléfono ‘una o dos veces por semana’, si su jefa no se encontraba en casa, y remitía correo pendiente. Así, aunque reconoció haber hablado en alguna ocasión con el por entonces líder conservador, William Hague, cuando llamó a la residencia, añadió que no recordaba cuántas horas dedicaba a las tareas como secretaria y que el grueso era su trabajo como ‘nanny’.
No obstante, la dirigente conservadora defendió que su actuación tuvo lugar ‘dentro de las reglas’, si bien confirmó que trasladará la cuestión al Comisionado de Estándares Parlamentarios de Westminster. ‘Por entonces pensé que estaba enteramente dentro de las normas y ésta es todavía mi opinión, pero transmitiré la sucesión de acontecimientos’ al órgano responsable, aseguró.
Así, aprovechó para defender su gestión y reivindicó que su ‘primera preocupación era asegurar que las necesidades de los ciudadanos’ de su circunscripción eran ‘rápidamente atendidas’ como nueva diputada. Una aspiración que la llevó a contratar a la cuidadora que tenía para desempeñar trabajo administrativo como ‘solución práctica’, puesto que su propia residencia se convirtió en su oficina.
RIESGO DE UNA MALA INTERPRETACIÓN
En este sentido, definió su decsión como la de una ‘madre trabajadora que ofreció una solución práctica porque ella –la empleada– podría afrontar las labores como secretaria mientras los niños estaban en el colegio’. No obstante, la peculiar relación laboral terminó al año, después de que el por entonces responsable de la administración de la disciplina de partido de los conservadores, James Arbuthnot, la advirtiese de que podría ‘llevar a una mala interpretación’.
Aún así, la mujer siguió trabajando para la parlamentaria hasta 2002, si bien la paga con los permisos de Westminster sólo tuvo lugar en los primeros doce meses, tras los que Spealman nombró una nueva secretaria para ayudarla en las labores específicas de la circunscripción de Meriden a la que representaba.
Por su parte, los ‘tories’ ya han salido en defensa de su presidenta honoraria como ‘alguien de una enorme integridad y honestidad’, en palabras del número dos de la formación, George Osborne, quien aseguró que es la ‘última persona en el Parlamento que querría hacer algo incorrecto’. En este sentido, fue la propia Spealman la que impuso al líder de los eurodiputados un plazo para que explicase sus gastos de dinero público, que finalmente motivaron su renuncia.
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