El paro en los sectores público y privado llamados a secundar la jornada de protesta ha sido secundado de manera desigual (entre el 10% y el 30%) y en el caso de los funcionarios el seguimiento ha sido del 8%. No obstante, los sindicatos habían cifrado el éxito de la convocatoria en el número de trabajadores que lograran sacar a la calle.
"Menos de 500.000 sería decepcionante", había declarado el secretario general de Fuerza Obrera (FO) Jean-Claude Mailly antes de la jornada de huelga. Para la Confederación General del Trabajo (CGT) el objetivo ha sido ampliamente logrado al haber movilizado a más de 700.000 personas en las manifestaciones organizadas en 153 ciudades de Francia.
En París, donde el desfile salió de la plaza de la Bastilla poco después de las 14.30 horas, salieron 28.000 según la policía frente a 70.000 contabilizados por los sindicatos. Lyon, Marsella, Burdeos o Toulon vivieron escenas similares a la de París, donde en las pancartas figuraban eslóganes en defensa de "una jubilación solidaria " y contra un proyecto gubernamental considerado "poco ambicioso y cuyo peso recae sólo en los trabajadores".
"Hay mucha gente aunque no sea una marea humana. Hay un cúmulo de descontentos, hace falta ver la dinámica que se está desatando", advertía, por su parte, Alain Olive, del sindicato UNSA.
El paro ha sido relativamente poco seguido en las empresas públicas dado que las confederaciones sindicales no habían llamado formalmente a la huelga aunque habían presentado preavisos para facilitar la presencia de trabajadores manifestándose en las calles.
El caos augurado en el transporte público no se vio confirmado por la realidad en la capital más allá de algunos retrasos en el aeropuerto de Orly o en alguna línea de cercanías. Marsella y Lyon sí vivieron en cambio alteraciones en este sector.
Para el secretario general de la CGT, Bernard Thibault, hace falta que el Gobierno acepte una verdadera negociación con los sindicatos porque, de lo contrario, si con el "éxito" de la movilización no cambia de opinión, a la jornada de ayer le seguirán otras. "El Gobierno tendrá que revisar su postura por la presión de la calle", advertía Thibault.
El Partido Socialista apoyó la movilización y saludó la voluntad sindical de mantenerse unidos al tiempo que pedía al Gobierno abrir una verdadera negociación con los agentes sociales y no una simple consulta con los sindicatos.
EL GOBIERNO NO SE MUEVE.
No obstante, el Ejecutivo no se ha movido un ápice y descarta negociar la ampliación del periodo de cotización decidido en 2003, según insiste de manera reiterada el primer ministro François Fillon.
El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, replica que el Gobierno ha satisfecho ya muchas reinvindicaciones sindicales, entre otras, mantener la posibilidad de jubilarse antes de los 60 años para quienes hayan comenzado a trabajar muy jóvenes, algo que le cuesta al erario público 2.000 millones de euros al año.
Bertrand alega también que se ha cedido en la petición de los sindicatos de revalorizar las pensiones en septiembre y crear un mecanismo que garantice el poder adquisitivo de las mismas o en dar caracter prioritario al empleo de los ‘seniors’. Así las cosas, y con una última reunión negociadora prevista para junio, el Gobierno advierte desde ahora que legislará haya o no acuerdo.
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