Los inmigrantes están recibiendo de lleno el impacto de la desaceleración económica. El paro en este colectivo se ha duplicado en sólo un año, de forma que en abril había ya 9.885 extranjeros en las listas del Inem. A esto hay que sumar la situación de los irregulares, que encuentran ahora dificultades casi insalvables para encontrar empleo.
La peor parte se la están llevando los que trabajan en la construcción. El parón en este sector ha llevado a muchos a llamar a las puertas de las empresas agrícolas después de años en los que el campo era una opción poco deseada por su inestabilidad y condiciones laborales más duras.
‘Estamos viviendo una auténtica avalancha de personas en busca de trabajo’, advierte Santiago Martínez-Gabaldón, presidente de la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (Fecoam). El volumen de solicitudes es tal que algunas fincas han colocado carteles para informar a los inmigrantes de que no hay plazas disponibles. ‘Estamos sirviendo de colchón frente a lo que está ocurriendo en la construcción, pero hasta donde podemos, porque también en la agricultura hay menos trabajo que antes por la falta de agua y la reducción de parcelas’. Durante los años del boom económico, el campo ha tenido dificultades para conseguir jornaleros con los papeles en regla. ‘En cuanto conseguían regularizar su situación, se marchaban a otros sectores’, explica Martínez-Gabaldón. Ahora, muchos de los que se fueron vuelven empujados por el desempleo y la falta de oportunidades. Pero buena parte de ellos se encuentran con las puertas cerradas, porque no se necesitan tantas manos.
‘El tomate sigue a la baja, la producción de pimiento ha caído un 30 por ciento y también hay menos hortalizas’, advierte Francisco Gil, secretario de organización de Coag. Todo ello hace que también en la agricultura haya paro, aunque menos que en el ladrillo. ‘En los dos primeros meses el desempleo subió en más de 2.000 personas por el bajón de la lechuga, entre otras cosas. Así que de tener unos 2.300 parados se pasó a 4.000; saltaron las alarmas, pero afortunadamente se recuperaron 1.800 empleos en marzo’.
La temporada de clareo y recolección de fruta ha permitido esta mejora, pero los agentes sociales y las ONG siguen preocupados, especialmente por quienes no tienen derecho a subsidio de desempleo. ‘Tienen que mantenerse a sí mismos y a sus familias en unas condiciones muy malas; muchos vienen llorando a mi oficina porque no tienen ninguna alternativa’, reconoce Mustafa Zine, presidente de la Asociación de Trabajadores Marroquíes (Atime) en la Región. ‘Desde que vine a Murcia en el año 1989 no había visto una situación similar’, alerta.
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