La Unión Europea ha puesto en el punto de mira los sueldos de los altos ejecutivos por su influencia en el agravamiento de la crisis financiera internacional. El Eurogrupo, que reúne a los ministros de Economía de la zona euro, analizará el próximo martes, en qué medida la remuneración de los directivos, en función de los beneficios a corto plazo, "puede contribuir a la adopción de riesgos desproporcionados" y al desequilibrio del sistema financiero. Varios países europeos como Alemania y Holanda están preparando medidas contra los pluses y primas supermillonarias.
En los documentos preparatorios del Eurogrupo se afirma: "La pregunta que hay que plantearse es si los incentivos procedentes de una estructura de remuneración centrada en objetivos de beneficios a corto plazo, más que en una rentabilidad sostenible, pueden haber contribuido a la toma de riesgos desproporcionados" en "el contexto de las turbulencias financieras". "La preocupación está", señala un técnico comunitario, "en si la obtención coyuntural de beneficios a costa de despidos masivos, o medidas que suponen un serio deterioro del medio ambiente", son los causantes del desequilibrio del sistema.
Es la primera vez que los ministros de Economía de los 15 países del euro debatirán sólo con argumentos económicos y financieros, los efectos perversos de la vinculación de los pluses de los ejecutivos (bonos, stock options y contratos blindados con indemnizaciones millonarias) a los rendimientos a corto plazo y su contribución a aumentar los riesgos de la estabilidad financiera internacional. Es decir, en qué medida la persecución de la rentabilidad a corto plazo ha contribuido a la crisis financiera.
La crítica a los supersueldos, ya se había suscitado en el seno del Eurogrupo, por razones éticas y morales, por su presidente, el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, líder del Partido Popular Social Cristiano. El verano pasado, Juncker planteó la necesidad de un debate sobre la distribución de la renta al señalar la contradicción de las propuestas de líderes políticos y económicos. "Continuamente", dijo Juncker, "pedimos a los interlocutores sociales la moderación salarial, pero los trabajadores ven que mientras a ellos les proponemos que sean moderados otros actores en la economía están disfrutando de aumentos ilimitados".
El presidente del Eurogrupo se sumó así a la línea defendida por el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, y a la postura del Parlamento Europeo. La Eurocámara ha expresado también su preocupación por las políticas de remuneración de los altos ejecutivos "que tienden a crecer de manera desproporcionada con los salarios ordinarios, lo que supone dar una señal equivocada y desmotiva el apoyo a una política salarial responsable".
Lo relevante del próximo debate en el Eurogrupo sobre los pluses de los altos ejecutivos es que no obedece a una motivación ética o moral, sino a una comprobación de que su vinculación a los objetivos de beneficio a corto plazo "pueden contribuir a aumentar la adopción de riesgos desproporcionados". El análisis de esta cuestión fue suscitada por el viceprimer ministro y titular de Finanzas holandés, el socialdemócrata Wouter Bos, el pasado noviembre. Bos impulsa una ley para gravar con un 30% los bonos de los ejecutivos superiores a los 500.000 euros.
También en Alemania la canciller Angela Merkel ha criticado los salarios de los altos ejecutivos del sector automovilístico, como el de 60 millones de euros del máximo directivo de Porsche, Wendelin Wiedeking. La canciller censuró el sistema de remuneración en el sector automovilístico de Estados Unidos, donde los ejecutivos ganan mil veces más que los empleados, frente al de Japón, donde los directivos ganan 20 veces más que los obreros.
La propuesta del Eurogrupo se basa en el informe elaborado por el Foro de Estabilidad Financiera (FSF), dependiente del G-7, que reúne a los ministros de Economía de los siete países más industrializados (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Japón y Canadá). El FSF sugiere que "los reguladores y supervisores deberían trabajar con los participantes del mercado para mitigar los crecientes riesgos de las políticas de remuneración".
El Foro señala que "una de las características más sorprendentes de los recientes acontecimientos ha sido las importantes cantidades pagadas a los directivos en ciertas áreas de las empresas las cuales después han incurrido en grandes pérdidas cuando los riesgos se han materializado". El FSF afirma que "los convenios de compensación a menudo alientan la toma de riesgos desproporcionados sin tener en cuenta suficientemente los riesgos a largo plazo". "Este problema", añade, "podría ser disminuido si las empresas relacionaran fielmente los incentivos en su modelo de compensación a la rentabilidad a largo plazo".
ANDREU MISSÉ
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