Las historias de Mimoun Mamehdi, Gheorge Palita, Aníbal Pita, Pablo Marcatona y Rogelio Salazar tienen un punto en común: la empresa Eshor, una constructora de hormigonados y estructuras con sede en Fene acusada por la Confederación Intersindical Galega (CiG) de "esclavizar" a los trabajadores con amenazas, coacciones y bajas inducidas que camuflan como voluntarias.
La empresa niega las acusaciones y se presenta como un modelo de contratación de mano de obra extranjera con "un 80% de empleos indefinidos" en una plantilla que supera los 400 trabajadores. Cinco ex empleados de Eshor recurrieron a la Justicia y a los sindicatos para ofrecer una versión muy alejada del planteamiento idílico de la constructora. Superaron el proceso de selección en sus países de origen, dejaron atrás a sus familias y llegaron a España de la mano de Eshor en sucesivos contingentes con la promesa de un empleo digno que acabó por convirtirse en una "pesadilla" laboral.
Mimoun Mamehdi, magrebí de 30 años, aterrizó en España a finales del 2006 "con otros quince" y trabajó a diario "en jornadas de 10 y 11 horas, algunos sábados y muchos festivos a 5 o 6 euros la hora". El pasado mes de diciembre, se rompió un brazo en una obra en Mugardos. La empresa lo despidió y "lo forzó" a dejar el piso en el que estaba alojado por la constructora junto a otros trabajadores. "Firmé la baja voluntaria sin saber, entre otros papeles y nóminas", explica, "no sabemos la ley, no sabemos el idioma, y tenemos miedo de perder el permiso de residencia".
Gheorghe Palita llegó desde Rumanía y cuenta una historia parecida. Apenas siete días después de un accidente laboral, su nombre apareció de baja en el régimen de autónomos en la Seguridad Social. Acudió a CCOO con una solicitud de baja voluntaria en su nombre que él niega haber firmado y demandó a la empresa. La Guardia Civil remitió la denuncia directamente al juzgado de guardia en Ferrol el último día del año puntualizando que "se puede observar en las fotocopias que la firma del denunciante no es igual en todo momento".
Aníbal, Rogelio y Pablo son ecuatorianos. El Ministerio de Exteriores de su país publicita las ofertas laborales de Eshor, que cerró 2007 con una facturación de 54 millones de euros y declaró el año anterior unos beneficios de 2,7 millones, recibe además bonificaciones del Ministerio de Trabajo por contratar mano de obra inmigrante. "Era como ser esclavos" asegura Aníbal Pila, "trabajaba 280 horas al mes y en abril nos botaron. Me tocaba una indemnización de 1.100 euros. Firmé, pero jamás recibí un centavo". "Nos están robando, pero disfrazan las nóminas; en el papel todo es conforme a la ley" asegura otro empleado suramericano que prefieren no dar su nombre, "pero la realidad es otra. Tenemos que firmar si queremos cobrar algo".
Apoyo "espontáneo"
Cerca de 40 empleados de la firma de Fene -encargados, técnicos, personal de oficina y encofradores- se concentraron el jueves en la sede la la CIG en Ferrol "de forma espontánea" para romper una lanza a favor de la empresa y desmentir a la central nacionalista. "Nadie firma papeles en blanco", insistía Fernando Pena, encargado de la empresa. Desde la dirección se defienden de las acusaciones sin dicales. "Extinguir la relación laboral de un trabajador en situación de baja médica es perfectamente legal", manifestó Juan José Espiñeira, jefe de Personal de Eshor.
Algunos trabajadores regresaron discretamente tras la protesta para puntualizar a los periodistas que los jefes les pidieron que acudieran. Los juzgados de Ferrol tienen registradas cinco demandas "recientes" contra la constructora.
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