Es su vida, aunque yo corra el riesgo de morir.". Eso pensó hace veintidós años René Oscar Martín (50), cuando tomó la decisión de donarle un riñón a su hermana Yolanda Graciela Martín (46), para salvarla de la insuficiencia renal severa que la tenía al borde de la muerte. Hoy no consigue trabajo, ni cobertura para tratar su diabetes.
Su padre, Libertario Martín, ya había vendido su finca de 385 hectáreas en Rosario de la Frontera (187 kilómetros al sur de Salta) para que pudiera instalarse en Buenos Aires y someterse a diálisis. Era muy difícil conseguir un trasplante y René resultó 100% compatible.
La operación se hizo en el Sanatorio Güemes de la Capital el 7 de octubre de 1986, el mismo día de la Santa Patrona de Rosario de la Frontera. En la procesión de la Virgen, el pueblo oró por que les fuera bien. René atesora un recuerdo: "El día anterior, en un pasillo, lo crucé al doctor (René) Favaloro. Me abrazó y me felicitó."
René nunca imaginó que desde 1992 tendría que vivir de changas. Menos aún que al morir su madre, en 2005, se quedaría sin la cobertura de PAMI al ser excluido por la ANSeS. Doña Joaquina, por ser jubilada, tenía a su hijo a cargo, por la incapacidad derivada de la ablación del riñón. Recuperado de la operación, no pudo volver a trabajar en el campo. En 1991 consiguió empleo por dos temporadas en la embotelladora Agua Palau, en su ciudad natal. Antes de terminar la temporada 1992, tras una revisión médica del personal, René y otros dos compañeros quedaron sin trabajo. "A ellos les dijeron que era por problemas de salud, pero a mí no me dijeron por qué", comenta René. Ahora se las rebusca manejando tractores en las plantaciones sojeras, pero no consigue trabajo estable.
"Mi hermano me devolvió la vida -dice Yola, como la llaman-. Ahora estoy en pareja y tengo un hermoso hijo, Mauricio (3). Me siento en deuda con mi hermano. Lucho para que la ANSeS le otorgue una pensión y le restituya la obra social que le corresponde por la Ley 24.241"
"La ANSeS discrimina a mi hermano, actitud que conlleva el desamparo, porque no tiene cómo comprar los medicamentos para controlar su diabetes, que se trata en Salta, porque aquí no hay un especialista que lo atienda -agrega Yola-. No voy a bajar los brazos hasta que lo vea jubilado por invalidez, porque en mi país, a los donantes vivos se los debería amparar con todos los beneficios".
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