En efecto, Bruselas prevé una fuerte desaceleración del crecimiento de España en 2008, al 2,2% del PIB (Producto Interno Bruto), en lugar del 2,7% que había avanzado en su anterior estimación, de febrero pasado.
Este movimiento debería acentuarse en 2009, con un crecimiento de apenas un 1,8%, que coloca a España muy cerca de la media de la Eurozona, estimada para ese año (1,5%) y por primera vez en una década por debajo del 2%.
Estas magras cifras, que no son del todo malas en un contexto europeo que verá crecer a Italia apenas un 0,5% este año y un 0,8% el próximo, no son comparables en ningún caso con los de la década de oro de la economía española, de 1997 a 2007. Desde 1997 hasta 2001, la economía española creció a un ritmo espectacular del 4,4% del PIB, lo que le permitió recortar de forma acelerada la diferencia que le llevaban los países más desarrollados de la Unión Europea.
Esta situación se mantuvo entre 2002 y 2006, con un porcentaje algo inferior, del 3,3% del PIB, pero siempre muy por encima de la media europea para cada año. En 2007, la diferencia se mantuvo: España creció un 3,8% y la Eurozona un 2,6%.
Sin embargo, y como quedó dicho, estas cifras parecen pertenecer al pasado, ya que en 2008 España crecerá un 2,2% contra un 1,7% de la zona euro, y en 2009 lo hará en un 1,8% contra un 1,5%.
Esta desaceleración tiene lugar en un contexto de alta inflación, que Bruselas estima será del 3,8% en España para 2008, muy por encima del 3,2% previsto para la Eurozona.
La inflación en España se situó en marzo en el 4,6% internanual, su nivel más alto de los últimos 11 años, en medio de la disparada de los precios de la energía y los alimentos.
El análisis de Bruselas de la economía española coincide en buena parte con el del Gobierno, que admitió el final de una década de bonanza económica y un aumento del desempleo a raíz del brusco freno de la actividad en el sector de la construcción, uno de los motores de su crecimiento.
Según el informe de la Comisión Europea, la contracción del sector de la construcción y la vivienda, la reducción del consumo interno y los desequilibrios de la balanza comercial exterior son las tres principales razones de la desaceleración del crecimiento en España. Por su lado, el Gobierno se refirió al impacto de las turbulencias financieras internacionales, el frenazo de la construcción y el encarecimiento de los precios de materias primas energéticas y de ciertos productos alimentarios.
La gran diferencia entre una y otra estimación es que mientras Bruselas prevé un ajuste "más rápido" en el área de la construcción en 2009, Madrid ve la actual situación como un respiro, estimando que el crecimiento se reanudará en 2010 con una expansión del 2,8%, a lo que seguirá un aumento del 3,1% en 2011.
Queda por ver las consecuencias de esta coyuntura en el empleo, que ya ha comenzado a sufrir la desaceleración, de acuerdo con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que cada tres meses publica el Instituto Nacional de Estadística (INE), dependiente del ministerio de Economía. Según la EPA, la tasa de desempleo española se situó en el 9,6% de la población activa en el primer trimestre de 2008, frente al 8,6% del último trimestre del pasado año. Estos porcentajes están bastante por encima de la media del 7,1% registrada en la Eurozona en marzo, su tercer mes consecutivo en el nivel histórico más bajo del espacio de la moneda única, compartida por 15 países.
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