César Alierta celebrará su octava junta de accionistas como presidente de Telefónica. Y como otros años, aunque sin el eco social de los tiempos de Sintel, tendrá que hacer frente a la ruidosa queja de los sindicatos minoritarios. En esta ocasión, sin embargo, coincidirán varias circunstancias que podrán amplificar la reprobación de los agentes sindicales, generalmente los minoritarios (CGT, AST…).
La primera y principal tiene que ver con los emolumentos recibidos por el inglés Peter Erskine, el ejecutivo mejor pagado del año en España, que se ha embolsado algo más de 30 millones de euros. Procedente de O2 -la operadora británica de móviles adquirida a finales de 2005 donde era consejero delegado-, su último año al servicio de Alierta le ha permitido cobrar por dejarse comprar, por trabajar y por dejar de hacerlo.
Paradójicamente, Erskine no abandona Telefónica con las condiciones generales del plan de prejubilaciones planteado hace cinco años, con el que Alierta se propuso reducir la plantilla de la operadora en 15.000 empleados (un 37%) durante el periodo 2003-2007. Este plan de adelgazamiento habría costado en torno a los 3.700 millones de euros, aunque sus previsiones iniciales no se han satisfecho.
En marzo de 2007, los inscritos al ERE habían sido 13.300 empleados, por lo que Telefónica se vio obligada a ampliar el plan hasta finales del año. Al final, el recorte alcanzó a 14.000 trabajadores, 1.000 menos de los fijados, después de una largo proceso de persuasión entre la plantilla –dirigido a mayores de 52 años- para que el programa tuviera éxito. Entre tanto, Telefónica realizó 2.300 nuevas contrataciones.
Otro frente importante tiene que ver con la negociación del convenio laboral para 2008. Aunque las primeras conversaciones con la mesa de sindicatos se celebraron ya el año pasado, después de cuatro meses no se ha cerrado todavía ningún documento. Sobre el tapete está la unificación de condiciones para los absorbidos (Móviles, Terra, Data) por la matriz, así como una posible prorroga del ERE ante el goteo de bajas con el programa de prejubilaciones ya concluido.
El director de RRHH, diana de las críticas
Aunque los silbidos serán para Alierta, los sindicalistas ponen nombre y apellidos al responsable directo de todas sus quejas. Su enemigo interno es Oscar Maraver, el actual director corporativo de Recursos Humanos (una de las cinco divisiones que reportan al consejero delegado), un histórico de la operadora, que ha sobrevivido en el cargo a todos los presidentes desde Luis Solana, consiguiendo en cada nueva etapa mantener y aumentar sus competencias.
En su currículo cuenta con la ejecución de dos regulaciones masivas de empleo (cerca de 35.000 puestos de trabajo), la gestión de la crisis de Sintel, el diseño del polémico plan de stock options de Villalonga, la participación en las distintas reestructuraciones directivas emprendidas por Alierta y la centralización de la compañía en el complejo de oficinas de Las Tablas. Para infortunio de los sindicatos, a pesar de su edad no se acogió al último ERE.
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