El gran reto de las empresas familiares es superar con éxito el relevo generacional. Ya son muchas las compañías que, a pesar de la gran fuerza de sus fundadores, han sabido pasar el testigo a sus sucesores. El fallecido Tomás Pascual designó a su primogénito, Tomás Pascual Gómez-Cuétara, como su sucesor. El hijo tomó las riendas al fallecer el empresario, pero estaba empapado de la filosofía y del saber hacer del grupo Pascual. Es un ejemplo. Más de medio millón de empresas, así lo reconoce un estudio del Instituto de la Empresa Familiar, se enfrentarán durante los próximos diez años al relevo generacional. Sin embargo, el 78% de las empresas familiares, según un estudio de Esade, asegura no tener preparada la sucesión.
En opinión de Julia Téllez, directora del área de empresa familiar de Gómez-Acebo & Pombo, ‘es necesario que exista una vocación de continuidad y permanencia en la propiedad y gestión de la misma, incorporando a las siguientes generaciones’. De todo ello se habló en una jornada sobre El reto de la sucesión en la empresa familiar, organizada por GE Money en colaboración con la Fundación Tejerina y el despacho de abogados Gómez-Acebo & Pombo.
Armando Tejerina, presidente de la Fundación Tejerina, destacó la importancia de la voluntad en el trabajo diario en el doble componente que inspira a las empresas familiares, el afectivo-familiar y el objetivo o empresarial. Asimismo, explicó la evolución de las generaciones que se han sucedido en su familia, donde se está iniciando, a través de sus hijos, la tercera generación.
Según Julia Téllez, ‘todo esfuerzo merece la pena cuando se trata de apostar por la continuidad de proyectos empresariales a los que se ha entregado toda una vida por parte de las familias empresarias’. Se trata de acertar con las decisiones empresariales sin que por ello se menoscabe la armonía familiar y preservando, al mismo tiempo, el patrimonio. Porque, en su opinión, se juegan lo más valioso: su familia y su empresa.
Durante su exposición aseguró que lo más difícil es armonizar los valores de la familia, basados en el afecto, en las relaciones personales para toda la vida, con los de la empresa, orientados a resultados, a intereses económicos y a relaciones contractuales. Téllez ofreció algunos datos que muestran la debilidad de los relevos generacionales en las empresas familiares: algo más del 30% de este tipo de organizaciones alcanza la segunda generación, mientras que tan sólo el 15% llega a la tercera. De ahí, viene el dicho: ‘De abuelo emprendedor, hijo derrochador y nieto mendigo’. Por ello, muchas compañías acaban en manos ajenas a la familia fundadora. Un ejemplo, el de la familia Bernat, que vendió Chupa Chups a la italiana Perfetti Van Melle, una de las primeras firmas de confitería del mundo.
Uno de los principales conflictos que surgen en las empresas familiares tiene que ver con la comunicación, ‘que tensiona las relaciones entre los distintos miembros de la familia, deteriorándolas’. Un empresario que ha fomentado el diálogo familiar es Ricardo Fisas, fundador de la firma de cosmética Natura Bissé. ‘La planificación ha de ser inherente a cualquier compañía. La ventaja es que, al ser pequeños, tenemos más agilidad que si fuéramos una gran compañía. Es necesaria una estructura ágil, nada burocrática, lo que nos permite ser más flexibles en nuestra gestión’, comentó Fisas.
Natura Bissé realizó un protocolo familiar para abordar el tema de la sucesión. La elegida para sucederle en la presidencia de la compañía fue su hija Verónica, ‘creo que era la mejor preparada, mientras que mis otros tres hijos y yernos se ocupan de otras responsabilidades dentro de la organización’. Fisas sólo le encuentra ventajas a trabajar en familia. ‘Este tipo de organizaciones son capaces de fidelizar a mayoristas y clientes, y debemos aprovechar la baza de la especialización’.
El Instituto de la Empresa Familiar cifra en más de 2,8 millones las empresas familiares en España, que representan el 75% del empleo privado y cuyo total de facturación equivale al 70% del PIB español.
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