En España, los empleados tutean al jefe. A veces hacen chascarrillos con tintes sexuales. Dicen tacos. No siempre se saludan si se encuentran en el ascensor o se cruzan en el baño. Si algo les irrita, en ocasiones no recurren al diálogo sino a los gritos.
Tras charlar con el experto en protocolo Félix Losada, a uno se le queda en el cuerpo la sensación de que Spain is different. Pero very very different.
Las conclusiones de su libro Protocolo inteligente asustan un poco. Los latinoamericanos que vienen a España, dice el autor, "están horrorizados por cómo nos relacionamos. No están acostumbrados a la agresividad del lenguaje, a las palabras malsonantes".
Con educación, las empresas serían más competitivas y retendrían a más clientes y proveedores, señala el experto. Así somos, según él.
1. "En la empresa, que es donde más tiempo pasamos, no aprendemos a relacionarnos. Un individualismo similar al que se aprecia en la calle", dice Losada.
¿Alguna vez ha subido al ascensor y nadie ha respondido a su saludo? Puede que se haya sentido ridículo y a continuación cabreado. Si le quedaba alguna duda, el normal es usted. Y el resto de los ocupantes del ascensor, unos maleducados.
No siempre fue así. Hace años, Losada se fijó en que la gente no cedía su asiento a los mayores en el autobús, que no dejaban pasar ni saludaban al llegar. "No podía ser simplemente que hubiese muchísimo maleducado por la calle", dice.
Y buscó la explicación: "Cosas como el no saludar se han generalizado, pero antes no era así. Había unas formas de relacionarse basadas en la buena educación. Así fue hasta hace 30 años. El cambio se inició con la Transición, que llevó la ambición de igualdad a todos los campos y se llevó por delante unos códigos compartidos, que hacían la vida mucho mas agradable. La buena educación se convirtió en algo de derechas y la sociedad la rechazó… sin sustituirla por nada".
2. La primera mujer que llegó al Parlamento británico le dijo a Churchill: "Si yo fuese su esposa, le pondría cianuro en el desayuno". Él respondió: "Si yo fuese su marido, señora, me lo tomaría gustoso".
Félix Losada explica que "en España, cada uno usa su lenguaje y lo hace valer gritando. En EEUU, Inglaterra o China a nadie se le ocurre resolver un problema a gritos. Adoptan códigos de conducta admitidos por todos. Puede haber grandes desavenencias, pero no se pierden las formas".
También charlamos más. Un joven francés que ha trabajado en su país y ahora lo hace en España explica que "aquí hay más relación con los compañeros y se comentan cosas más personales". José Sánchez, por su parte, tiene 34 años y ha trabajado en varios bancos en Irlanda, Francia, Alemania y España.
"Las broncas más fuertes las he vivido en España", dice. "En una ocasión, cuando trabajaba en Alemania, una compañera dijo que lo que yo había hecho era basura. Para ello utilizó un taco. Nuestros jefes intervinieron y tuvo que pedirme disculpas". Indisciplinados
3 .Se han perdido los códigos de vestimenta y de comportamiento, según Losada; cada uno hace lo que quiere. "Hay gente que almuerza sobre su mesa aunque pueda ser desagradable para sus compañeros. No hay reglas".
4. "A menudo se confunde espontaneidad con naturalidad. Uno tiene que ser siempre él mismo, pero no siempre el mismo. En función de con quién y cómo estás, qué pretendes… debes comportarte de un modo u otro. Sin embargo, la vulgaridad prima… y los educados se retraen".
La española Julia Caballero, editora ejecutiva de Pearson, trabaja desde hace años en Estados Unidos: "Los comentarios acerca del físico están muy mal vistos, por no decir prohibidos. Un comentario de este tipo, o relacionado con raza, religión o algún tipo de diferencia entre sexos es motivo de que intervenga Recursos Humanos".
La clave del éxito de la fórmula estadounidense es, según esta directiva, que "la vida privada y la profesional están más separadas, lo que ayuda a llevar este ritmo tan intenso y agresivo. Algunos, como los españoles recién llegados o que no llevan mucho tiempo en este país, perciben este tipo de relación como más falsa, más fría, pero en mi opinión ayuda en el trabajo, en tu relación laboral y profesional". Las relaciones allí son "mucho más formales, bueno, mucho más de respeto", añade.
El economista José Sánchez explica que el trato formal que se da en Alemania "puede hacer que te sientas desapegado al trabajo. En España haces más amigos. Y en países como Inglaterra son más cínicos. Te preguntan qué tal todo, qué tal tu familia, pero tienes la impresión de que luego ni se acuerdan de lo que te han preguntado".
¿Afecta la forma de ser de los españoles a su manera de hacer negocios? Sí, según Félix Losada. No saber establecer relaciones de la forma más correcta con individuos de culturas diferentes es tan grave como no saber inglés, asegura.
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