El modelo social europeo debe renovarse y prestar especial atención al fortalecimiento de las políticas de inclusión social en los Estados miembros para poder hacer frente a la creciente deslocalización de empresas y otros efectos inevitables de la globalización, según pone de manifiesto un estudio presentado ayer por la Comisión Europea y elaborado por el Center for European Policy Studies.
Una encuesta del Eurobarómetro, publicada en primer semestre de 2007 sobre la percepción de los ciudadanos europeos de la globalización, refleja que a pesar de que el 46% de los europeos ven positivo el fenómeno frente al 38% que lo ve negativo, el 37% de los ciudadanos europeos asocia globalización con el riesgo de deslocalización de empresas y destrucción de empleo y sólo un 22% de ellos ve ‘una oportunidad para el desarrollo de la industria europea’ en la globalización, explicó en rueda de prensa el director del departamento de Empleo del Ejecutivo comunitario, Jerome Vignon, en rueda de prensa.
Sin embargo, el profesor Iaian Begg, de la London School of Economics y autor del estudio, considera que ‘la globalización es sobre todo una oportunidad para la Unión Europea’ y se caería en un ‘error’ pensar que el fenómeno es ‘un juego de suma y cero’, donde lo que gana una parte la pierde la otra, incluso aunque ‘las ganancias y las pérdidas estén distribuidas de forma no equitativa entre los grupos sociales y regiones’.
‘Hemos visto un aumento de la exclusión social, pero no tremendo’, agregó. ‘Es difícil encontrar una vinculación directa ente la globalización y las formas de exclusión social que estamos presenciando’, añadió.
MODELO SOCIAL EUROPEO NO ESTÁ CUESTIONADO
Begg aseguró que ‘prácticamente no hay pruebas’ de la idea extendida entre los ciudadanos de que la globalización ‘inevitablemente’ se va a traducir en ‘el desmantelamiento de sus sistemas sociales’. Tampoco, dijo, hay pruebas de que llevará al desmantelamiento del ‘modelo social europeo’. El gasto social en la UE, recordó, ‘apenas ha variado en la última década’.
Por el contrario, el gasto social se ha elevado al 27% del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE en los últimos diez años, un ‘elemento consistente’, a su juicio, que pone de manifiesto que el modelo social europeo no está amenazado por la globalización.
Asimismo, destacó que los países nórdicos como Finlandia, Suecia y Dinamarca presentan ‘los mayores niveles de gasto social’ al tiempo que se erigen como los países de la UE ‘más eficaces y competitivos’ en términos económicos.
No obstante, y para revertir los efectos indeseables de la globalización, desde el punto de vista social, hay que centrar la atención en aquellos colectivos menos favorecidos, a través del fortalecimiento de las políticas de inclusión social, explicó. La inclusión social debe centrarse notablemente en la protección social, políticas de empleo activas, ingresos mínimos garantizados y acceso a servicios sociales de calidad.
En última instancia, el estudio defiende invertir en educación y formación continua, capacidades y capital humano puesto que las personas menos cualificadas son frecuentemente las primeras víctimas de la globalización. ‘La nueva competencia que está emergiendo proviene, en gran parte de los casos, de una fuerza de trabajo cualificada’, subrayó Begg, quien citó los ejemplos de países emergentes como China e India, cuyos activos humanos cualificados son los que, en efecto, ‘están compitiendo con los europeos’.
A su juicio, la globalización requiere ‘capacidades diferentes’ y la necesidad de ‘anticipar los cambios’, fundamentalmente en el mercado laboral y fomentar ‘más incentivos para quienes son productivos’ en línea con el modelo sueco, explicó. ‘Todos prevemos cambiar de trabajo varias veces’ a lo largo de la vida, explicó, motivo por el cual es especialmente importante abordar ‘la transformación del empleo’. ‘La protección social debe acompañar al impacto de la globalización’, concluyó.
Los resultados del estudio serán objeto de debate el próximo 16 de abril en el marco de una conferencia de alto nivel que se celebrará en Bruselas y que reunirá a dirigentes políticos de los Veintisiete y de la UE, así como a representante de la sociedad civil y organizaciones internacionales con el objeto de poner en pie una estrategia que convierta la globalización en una herramienta positiva y oportunidad para la UE.
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