La inmigración cuesta al Gobierno de Estados Unidos 346.400 millones de dólares al año, lo que representa un gasto de 9.139 dólares por inmigrante para los contribuyentes estadounidenses.
Esta es la conclusión a la que ha llegado el economista y presidente de la consultora ESR Research, Edwin Rubenstein, en el estudio que elaboró sobre el impacto fiscal de la inmigración en el presupuesto general del Estado y que fue presentado ayer.
El coste de la inmigración estimado por Rubenstein más que duplicar el déficit público de 162.000 millones de dólares del año pasado, supone ‘únicamente’ un tercio de los 500.000 millones de dólares proyectados para este año fiscal, según el analista.
El estudio no analiza el déficit que generan las prestaciones del Estado que perciben los inmigrantes y los impuestos que pagan, pero se remite a uno de los pocos informes elaborados sobre esta naturaleza, que data de 1997.
En él, el Consejo Nacional de Investigaciones (NRC, por sus siglas en inglés) calculó que el hogar medio de inmigrantes en Estados Unidos recibió hace una década 13.326 dólares en beneficios al año frente a los 10.664 dólares que desembolsaron en concepto de impuestos, lo que generó un déficit de 2.682 dólares (de 1996).
Si se trasladan estas cifras al valor del dólar en 2007, el déficit se elevaría a 3.408 dólares de media por cada hogar compuesto por inmigrantes, señala Rubenstein.
Los estudios que se han elaborado sobre el impacto fiscal de la inmigración en Estados Unidos son pocos y procedentes de centros de estudios privados, pero el Gobierno nunca ha analizado este tema.
Por ello, Rubenstein pretende ‘llenar un hueco informativo’ con su estudio y proporcionar a la administración federal ‘un punto de partida’ para que analice el impacto fiscal de la inmigración.
‘Hay muchas razones para estar preocupado por la inmigración ilegal, pero casi todas son aplicables también a la inmigración legal’, dijo Rubenstein en la presentación del estudio.
‘Cualquiera que esté preocupado por el impacto de la inmigración ilegal en los salarios, en su asimilación o en el presupuesto federal, debería estarlo también por el impacto de la inmigración legal sobre estos factores’, afirmó Rubenstein en la presentación del estudio.
El informe, de 70 páginas, analiza el coste que supone para 15 departamentos federales asumir los 37 millones de inmigrantes entre legales e ilegales que, según calcula, viven actualmente en Estados Unidos.
Rubenstein estima que cada hogar inmigrante formado por cuatro personas cuesta a los contribuyentes 36.000 dólares al año.
El Departamento del Tesoro soporta el mayor gasto derivado de la inmigración, con 146.600 millones de dólares al año o 3.868 dólares por inmigrante.
Esta cantidad incluye 100.000 millones de dólares en impuestos federales que, según calcula, el Estado pierde a consecuencia de los menores ingresos que perciben los estadounidenses nativos por la fuerza laboral inmigrante.
Rubenstein calcula que los inmigrantes representan el 15 por ciento de la fuerza laboral estadounidense.
El departamento que menos gastos tiene a raíz de la inmigración es el de Defensa, cuyo coste se eleva a 300 millones de dólares al año ó 7 dólares por inmigrante, según el estudio.
Otros departamentos que se ven fuertemente impactados por la inmigración son el de la Seguridad Social, con un coste de 58.300 millones de dólares (1.538 dólares por inmigrante); el de Salud, con 57.200 millones de dólares (1.509 dólares por persona), y el de Seguridad Nacional, con 25.200 millones de dólares (665 dólares por cabeza).
Rubenstein opina que el Gobierno estadounidense no elabora estudios similares porque no le interesa y porque la inmigración ‘beneficia a los empresarios y negocios’.
El economista se muestra además contrario a la opinión de algunos expertos y de la Administración de que la legalización o ‘amnistía’ de los más de 12 millones de inmigrantes ilegales que se calcula viven en Estados Unidos contribuirá a mejorar el impacto fiscal, porque estas personas tendrán que pagar impuestos.
‘Está comprobado que los beneficios que reciben los inmigrantes son mayores que los impuestos que pagan’, concluyó Rubenstein.
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