Pasaportes, cédulas, permisos de salida y certificados de votación fueron hallados ayer en una oficina del edificio World Trade Center, al norte de Guayaquil.
Estos documentos pertenecen a más de 2 000 personas que, supuestamente, han sido estafadas por una empresa que ofrecía empleos en cruceros, tras el pago de una inscripción de 200 dólares.
Los papeles fueron encontrados dentro de cajas de cartón. El fiscal Héctor Vanegas, junto a varios agentes de la Policía Judicial del Guayas, allanaron el local de la compañía Oceanis.
De acuerdo con las primeras indagaciones, Oceanis se promocionaba como una agencia internacional especializada en la contratación de personal para la industria de cruceros en alta mar.
Según el administrador del edificio, Manuel Cavagnaro, la oficina pertenece a Ketty Silva. Ella la alquiló, desde hace aproximadamente seis meses, a los representantes de la firma cuestionada.
“Ellos trabajaron hasta ayer (lunes) de forma normal y no sacaron nada. Todo el mobiliario está en la oficina”, indicó Cavagnaro.
Mientras la diligencia se cumplía, en el cuarto piso del edificio y en la parte baja del inmueble estaban reunidas centenares de personas que decían haber sido perjudicadas por Oceanis.
En Guayaquil, el representante legal de esa empresa fue identificado como Eduardo Cortina Pineda, un mexicano que fungía como gerente general. Hasta ayer no se lo pudo ubicar.
La mayoría de afectados dijo que los representantes de Oceanis les citaron para que se presentaran ayer. Estaba prevista la firma de los contratos de trabajo. Pero, la sorpresa fue que se encontraron con las puertas de las oficinas cerradas y custodiadas por un contingente policial.
Algunos también indicaron que la empresa captaba clientes a través de anuncios publicitarios en diarios locales.
También con la ayuda de los mismos candidatos, a quienes les ofrecían pagarles 50 dólares por cada persona que llevaran a sus oficinas.
Una vez allí, les enseñaban folletos bien diseñados y un video en el cual se exponían las supuestas maravillas de los empleos que ofrecían en 300 buques cruceros. Supuestamente, las naves pertenencían a más de 50 empresas de turismo fluvial.
Según la publicidad de Oceanis, es una filial de la empresa franco-canadiense Sun Cruise Agency Limited, la cual supuestamente tiene 20 años de experiencia en la contratación de personal para cruceros vacacionales.
Además, se conoció que fue constituida con capital euro-canadiense, bajo las leyes de las Islas Vírgenes Británicas.
Joaquín Aldaz es uno de los perjudicados. Él entregó 200 dólares para conseguir un empleo y además convenció a cinco de sus familiares para que también se inscribieran en el programa. “Yo renuncié a mi trabajo por esta oferta y ahora nos encontramos con que es una estafa”.
Antes de entregar el dinero, Aldaz confirmó en la Superintendencia de Compañías la procedencia de Oceanis.
Según él, la empresa fue constituida con un capital base de 800 dólares y figuraba como Corpeficaz.
Al igual que Aldaz, también dejaron sus trabajos 25 jóvenes que laboraban para el Hotel Hilton Colón y otros grupos de diferentes empresas hoteleras.
Uno de ellos, Rafael Cedeño, aseguró que se sintió muy atraído por la oferta, pues le ofrecían sueldos que oscilaban entre los 1 750 y 3 000 dólares mensuales. Se estima que el engaño puede superar los 400 000 dólares.
El proceso de selección
Oceanis ofrecía miles de puestos disponibles, sueldos de entre 1 750 y 3 000 dólares libres de impuestos, horarios flexibles, tiempo libre, servicios médicos.
El reclutamiento tenía tres fases. La primera era la del ‘candidato independiente’, en la cual el solicitante paga la inscripción. La segunda era la del ‘candidato calificante’, y la tercera del ‘candidato contratado’.
La empresa entregaba una tarjeta plástica con el nombre del candidato, su estatus y el número de NIC (identificación que Oceanis daba al postulante).
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