Hay un dicho muy sano que recomienda comer para vivir y no vivir para comer. ¿Puede extrapolarse al trabajo? Diría entonces trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Pero la cuestión en el caso del trabajo no es tan simple, pues no depende de la cantidad, es decir, del tiempo que se trabaje, sino de cómo se remunera ese trabajo. Si usted trabaja 8 horas al día por cinco días a la semana y puede vivir del salario que ese trabajo le reporta, bien. ¿Pero qué tal si no alcanza, si las ocho horas de trabajo diario son tan mal pagadas que tiene que conseguirse dos o tres empleos más? No, la situación no es simple y tiene muchos recovecos.
Alemania tiene alrededor de 4,79 millones de desempleados, según las estadísticas oficiales publicadas por la Oficina de Trabajo. Sin embargo los expertos hablan de una cifra mucho mayor, hay quien estima que son incluso alrededor de 7 millones las personas sin empleo, lo que equivaldría a casi un 10 por ciento de la población total.
El gobierno ha implementado una serie de programas en los últimos años con el objetivo de recudir el alto índice del paro y tratar de crear empleo. Pero los esfuerzos no han tenido el éxito deseado.
En Alemania el que no trabaja no se muere de hambre pues existe una red social, que aunque porosa y debilitada, asegura el sustento básico a cada uno de sus ciudadanos. Sin embargo, el valor del trabajo es alto: no trabajar es sinónimo de fracaso. El desempleo es un estado insoportable que hay que evitar a toda costa. E incluso en el caso de los jubilados, hay quienes después de trabajar toda una vida, caen en un profundo y oscuro pozo al no saber que hacer con tanto tiempo libre.
Los «Desempleados felices», un grupo de parados berlineses, causó furor en 1996 con acciones como ocupar plazas públicas con tumbonas desde las que clamaban «nos quedamos acostados», poniendo en duda el fundamento de la ética laboral y a la sociedad de trabajo al negarse a lamentar y sufrir por no tener empleo. Exigían «deseconomizar la vida diaria». Mientras tanto el grupo se ha desintegrado, pero sus tesis sobre el trabajo no han perdido interés.
El deseo de trabajo para todos es un mito. No sorprende, en este contexto, que surjan iniciativas como la de «Netzwerk Grundeinkommen» (red de ingreso básico) que exigen separar el trabajo y el sueldo. También políticos y economistas están a favor de separar el ingreso del trabajo y hablan de un ingreso básico para todos.
«Seguro de existencia, derecho individual y nula obligación a trabajar» es como describe «Netzwerk Grundeinkommen» el contramodelo a la política implementada en Alemania, y en muchas otras naciones, para presionar a los desempleados y aquellos que reciben apoyo del estado para que encuentren un empleo y sean autosuficientes.
El problema radica en los modelos de financiación. ¿Cómo financiar la base económica, a través de un impuesto al valor agregado? Ya otras iniciativas a nivel internacional, como por ejemplo «Basis Income Earth Network» (BIEN), creada en 1986, proponen soluciones similares al «problema» del trabajo.
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