Los sindicatos con representación en las compañías Renault, Nissan y General Motors (GM) han expresado su preocupación por el impacto que tendría en España una posible alianza entre el coloso estadounidense del automóvil y el grupo franco-japonés.
España es el único país del mundo donde las tres firmas disponen de centros de producción, en concreto dos Valladolid y otro en Palencia (Renault), en Barcelona y Avila (Nissan) y en Figueruelas, en Zaragoza (Opel, que pertenece al grupo GM).
En este sentido, según han señalado a Efe fuentes sindicales, una posible alianza supondría una más que probable reestructuración de los activos y de la plantilla del grupo resultante para ganar en eficiencia con el aprovechamiento de las sinergias.
Las mismas fuentes han indicado que esta posible alianza, que está siendo estudiada en la actualidad desde Tokio y Detroit, afectaría especialmente a un parque de proveedores en España que ya está algo sobredimensionado y que se caracteriza por la excesiva dependencia de una marca.
Las mismas fuentes consideran que este pacto entre dos gigantes del sector supondría un riesgo para miles de empleados en Europa, donde Renault y la filial de GM Opel ofrecen productos similares.
El centro de Nissan en la Zona Franca de Barcelona, por ejemplo, ya comparte con las otras dos compañías la producción del modelo Primastar, una camioneta que se vende como Renault con la marca Traffic y como Opel a través de la enseña Vivaro, por lo que el posible acuerdo tampoco se ve con buenos ojos entre la plantilla.
Los principales sindicatos de la automoción, UGT, CCOO y CGT, consideran que esta posible alianza puede influir en la evolución del sector en España, que representa el 6% del PIB, el 24% de las exportaciones y el 10,5% del empleo directo e indirecto.
El presidente de Renault y de Nissan, Carlos Ghosn, se reunió la semana pasada con el presidente de GM, Rick Wagoner, en Estados Unidos y ambos acordaron abrir un periodo de noventa días para «una revisión rápida y confidencial de los posibles beneficios» de una alianza de los dos colosos del automóvil.
De producirse ésta, se crearía un triunvirato cuyo origen se remonta a 1999, cuando Renault se convertió en accionista mayoritario del fabricante japonés Nissan, que en ese momento tenía una deuda de 1,4 billones de yenes, equivalente a más de 12.000 millones de dólares al cambio actual.
Renault pagó entonces 5.400 millones de dólares por el 37% de las acciones de Nissan y encargó a Carlos Goshn, actual presidente de la alianza, la reestructuración de la firma nipona, con un plan que ha llevado a la compañía a la rentabilidad.
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