Ni investigaciones de infidelidades matrimoniales ni seguimientos a morosos. La actividad que copa en estos momentos la jornada laboral de los detectives se centra en ir tras la pista de los empleados sospechosos. Según datos del sector, más del 60 por ciento de los que contratan los servicios de un agente privado son empresarios que desconfían del buen hacer de sus trabajadores.
La competencia desleal, el absentismo y las bajas fingidas nutren la mayor parte de los encargos que reciben los despachos de detectives. Los espías ya no buscan microfilms: ahora van a la caza de los empleados ‘jetas’: los que se inventan una enfermedad para descansar de la oficina o invierten su horario en ir de tiendas o tomar cañas en el bar.
En esta constelación de triquiñuelas para eludir el puesto de trabajo, el fraude de las bajas fingidas sigue siendo la gran estrella. Los engaños por parte de los trabajadores a la hora de lograr una baja o incapacidad temporal son tantos en el país de la picaresca que los negocios se están decidiendo, cada vez más, a contratar a investigadores privados para detectar las infracciones de sus empleados.
Un abanico de irregularidades en el que los llamados ‘escaqueos’ también pisan fuerte. En este sentido, los detectives consultados destacan que los comerciales y los visitadores médicos son los profesionales más vigilados. En la mayoría de los casos, el empresario solicita la investigación cuando existen una serie de indicios, tales como pérdida de productividad o incumplimiento de objetivos. ‘Si se desconfía es por algo.
Investigar un caso de absentismo laboral resulta más sencillo que hacer averiguaciones sobre las infidelidades de pareja, otro de los filones de las empresas de detectives. Así, para la confección del informe suele bastar con entre dos y cuatro días de seguimiento.
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