El sociólogo y profesor de la Universidad de Edimburgo y de la Autónoma de Barcelona (UAB), John MacInnes, –experto en temas de masculinidad, género y vida laboral–, ha publicado recientemente un artículo en la Revista ‘Cuadernos de Relaciones Laborales’ en el que ‘desmonta’ lo que él considera «los diez mitos sobre la polémica de la conciliación de la vida laboral», al considerar que en este debate «hay ideas atractivas, pero engañosas».
En el artículo de esta publicación semestral editada por la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el experto explica, por ejemplo, que la idea de que el aumento de la jornada laboral «penaliza la vida familiar», es cierto para diversos grupos de trabajadores, como los que tienen contratos precarios, los jóvenes y, desde luego, las mujeres, pero «no hay que olvidar que en Europa la jornada laboral media de los hombres se ha reducido desde 1970 en un 17%».
Asimismo, opina que aunque el trabajo en general «se ha intensificado», y un 29% de los trabajadores españoles hombres y un 35% de las mujeres afirman llegar «demasiado cansados del trabajo para hacer las tareas de casa», la media europea es del 19% y 23% respectivamente.
De igual forma, la idea de que «el aumento del empleo femenino origina una baja fecundidad» (en España ésta se ha reducido en más de un 50% durante las tres últimas décadas) también es rebatida por MacInnes. Trabajar fuera de casa efectivamente dificulta el cuidado de los hijos y, por tanto, reduce las posibilidades de tenerlos, «pero no siempre es así», opina. «En Suecia conviven altas tasas de empleo femenino con una fecundidad igualmente elevada», agrega.
También es cierto que «cada vez hay más madres que trabajan». Actualmente alrededor de 2,4 millones son madres trabajadoras en España, 700.000 más que hace veinticinco años, aunque, –afirma–, proporcionalmente el empleo femenino «ha crecido más en las mujeres sin hijos que en las madres». En 1977, el 50% de las mujeres trabajadoras eran madres, mientras que en 2002 el porcentaje ha bajado al 39%.
Que los hombres no suelen hacer tareas domésticas «es indiscutible», añade también. En España los hombres se dedican mucho menos que las mujeres a la casa y los hijos, «pero estamos justo en la media europea en cuanto a reparto de tareas, por delante de Francia o Alemania», discrepa.
NUEVA MENTALIDAD
Para el mito de que «la gente no puede permitirse tener más hijos» (a pesar del aumento del nivel de vida, el coste económico, junto con las dificultades profesionales, son las dos razones principales que citan las mujeres para no tener hijos), MacInnes explica que, los sociólogos «también dicen que hay una nueva mentalidad sobre el ‘crecimiento personal’ cada vez más alejada de las obligaciones tradicionales, entre ellas, las derivadas de tener hijos».
Para la idea de «a más gasto en políticas familiares, mayor fecundidad», este experto tiene un nuevo argumento: en Suecia, el 17% del gasto social va destinado a políticas de apoyo a las familias, en España, el 2%. Las tasas de fecundidad «más bajas entre las bajas» suelen corresponder a los Estados con menos ayudas públicas a la familia. Sin embargo, dice, «Estados Unidos invierte más bien poco en estas políticas y su tasa de fecundidad supera a la de cualquier país europeo».
El octavo de los ‘mitos’ que desmonta el sociólogo tiene que ver con la idea de que los padres y madres «son los más interesados en conciliar la vida laboral y familiar». «Diversos estudios muestran que el deseo de reducir o reprogramar la vida laboral no tiene mucho que ver con las obligaciones y circunstancias familiares», añade. Según el Eurobarómetro de 1996, hasta un 11% de los hombres y un 14% de las mujeres, padres o no, «estarían dispuestos a trabajar menos horas con una reducción de sueldo proporcional».
Que a los empresarios «les interesa la conciliación de la vida laboral y familiar» le parece a este experto una afirmación «excesiva». A cualquier empleador «siempre le interesará evitar cargar con los costes del cuidado de los hijos», defiende. «Los trabajadores con obligaciones familiares no pueden competir en igualdad de condiciones con los que no las tienen, especialmente al inicio de su trayectoria profesional o ante exigencias de movilidad geográfica o de disponibilidad horaria», explica en este sentido.
Finalmente, el artículo concluye con un décimo mito: que el envejecimiento y la disminución de la población pueden acabar con el llamado Estado de Bienestar. «No es el envejecimiento de la población lo que mina la estabilidad fiscal del Estado, sino las promesas irresponsables sobre reducciones de impuestos», agrega. Es más, si se consigue que las vidas más largas sean también más saludables, «no necesariamente habrá que gastar más en servicios sanitarios y sociales», recalca.
Cargando ...
Los comentarios están cerrados.