La economía globalizada puede ‘ayudar’ y ‘beneficiarse’ del talento local de las comunidades indígenas. Un ejemplo es la actividad de la marca Converse en Perú. Bordadoras de origen quechua dan ‘un toque’ personal a sus zapatillas, «una creación de trabajo local que contribuye al comercio internacional», afirma la empresa.
Los bordados, –dibujos inspirados en su cultura ancestral–, no sólo agregan valor económico y cultural al producto, sino que también
representa una fuente importante de trabajo para la comunidad local.
«Para nosotras es maravilloso tener trabajo, nos encanta trabajar», dice una de las bordadoras, Rosa Curi.
La región de Ayacucho lucha contra la pobreza extrema y el alto nivel de desempleo en una frágil economía rural. Más de 1.000 mujeres se benefician de este trabajo y la meta de Converse es dar trabajo a 15.000 bordadoras a lo largo de otras regiones del país.
Para la representante de Converse en Perú, Jennifer Levi, los bordados de sus zapatillas otorgan a la comunidad la oportunidad de «reintegrarse a la vida normal y de mantener sus costumbres», así como «revalorizarse y recuperar su autoestima».
La pobreza y el desempleo en Ayacucho afectan principalmente a las mujeres, quienes con frecuencia son víctimas de violencia familiar causada por condiciones sociales precarias. Este proyecto ha generado oportunidades para la creación de trabajo digno y ha podido transformar el mercado laboral de la región.
La cooperación entre Converse y las bordadoras es parte de un proyecto de cooperación técnica financiado por una agencia de desarrollo Belga. Para la OIT es un «ejemplo» que muestra «el lado positivo de la globalización».
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