La orden vino en un susurro seco, cortante: "¡Agáchense, apagen las luces, ahí viene la 'migra' (Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos)!".
Unas 20 personas, cubiertas de lodo y con el cansancio reflejado en los rostros corrieron a esconderse en un matorral, mientras muy cerca una sirena de policía rompía el silencio de la desierta ribera del río.
La escena se parece a la que viven día a día miles de emigrantes que buscan cruzar ilegalmente a Estados Unidos por el Río Bravo, guiados por "polleros" o "coyotes", traficantes de personas que por un precio prometen acercarlos al "sueño americano" dejando atrás a la Patrulla Fronteriza.
En el Parque EcoAlberto, a unos 168 kilómetros al norte de Ciudad de México, la comunidad indígena hñahñu le ofrece a los turistas y curiosos una prueba de las dificultades que pasan los emigrantes, muchos de los cuales mueren de sed, cansancio, ahogados o son atrapados por las autoridades en su camino.
Mientras el grupo se escondía, dos hombres vestidos con chaquetas militares con banderas estadounidenses cosidas en el hombro salieron de la vegetación llevando linternas, y hablando con un fuerte acento estadounidense: "Guys (chicos) salgan de ahí, es muy peligroso, vengan, tenemos agua, comida para ustedes".
Sólo el silencio les respondió y al poco rato dejaron el camino libre para que el grupo continuara su marcha.
"Esta experiencia es para concienciar a las personas que quieren cruzar hacia el otro lado", dijo a Reuters Javier García, uno de los guías de la "caminata nocturna" del parque, oculto tras un pasamontañas y un sombrero de ala ancha.
Javier habla por experiencia: el año pasado cruzó la dura frontera, en una odisea de 15 días en la que muchas veces le faltó el agua para beber y debió atravesar el desierto, montañas y barrancos sin tener donde refugiarse.
El año pasado alrededor de 1,2 millones de inmigrantes ilegales fueron sorprendidos cruzando la porosa frontera de México con Estados Unidos, de 3.200 kilómetros de largo. La mayoría atraviesa por el desértico sur del estado de Arizona.
CARRERAS Y PERSECUCIONES
Los participantes de la caminata vadean lodazales, cruzan "acantilados" formados por viejos canales de riego a lo largo de un río, se ocultan en arbustos y maizales e incluso atraviesan un túnel, todo en medio de la oscuridad y usando escasamente sus linternas para no alertar a "la migra".
"La migra", palabra que suele inspirar terror entre los indocumentados, es el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos, pero también es extensiva entre los emigrantes a las patrullas de frontera.
El grupo, la mayoría turistas de la capital, que participó en una reciente caminata también rodó en camionetas 'pick up' y en más de una ocasión aceleraron para evadir a los "patrulleros estadounidenses".
Los turistas pagan 150 pesos, unos 11 euros, por participar en una experiencia que ha sido calificada desde Estados Unidos como un "entrenamiento" para inmigrantes, según un diario de ese país.
De acuerdo con los organizadores, el parque EcoAlberto tiene el respaldo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) del gobierno federal y es financiado parcialmente por el municipio.
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