Hace 10 años que una mujer entró a trabajar por primera vez en el interior de una mina. Ocurrió en Asturias, en la empresa pública Hunosa. Hoy en día, más de 200 mujeres desempeñan su labor dentro de los pozos. Los reporteros de A Fondo las han acompañado a 700 metros bajo tierra.
Mamá y minera. Desde hace tres semanas, Paz trabaja en el Pozo Santiago. Su turno arranca en el embarque. Diez metros por segundo de silencio para bajar al oscuro mundo del carbón.
Las mujeres vigilan el transporte del carbón. La mayoría son ayudantes de minero, el trabajo peor remunerado. Dicen que se llevan bien con los hombres. Quizás porque ninguno corre el riesgo de que una mujer le quite el puesto.
Unas 200 mujeres trabajan en la minería pública codo con codo con los hombres. Pero no siempre fue así. Conchi fue minera por sentencia. En 1992, el Tribunal Constitucional reconoció su derecho a trabajar en el interior de la mina.
Pero más allá del género, la mina teje un doloroso vínculo entre todos sus trabajadores. Es el criterio de "preferencia absoluta". Sólo pueden trabajar en la mina los familiares directos de fallecidos en accidente laboral.
Con tan sólo 20 años, Patricia es peluquera por la mañana y minera por la tarde. Es nieta, sobrina e hija de mineros. Su padre murió en el interior del Pozo de María Luisa hace seis años. El mismo al que ella baja todos los días.
La desgracia de perder a un padre le ha traído a Patricia un trabajo fijo, difícil de conseguir en las cuencas mineras. Pero hay que ser fuerte para coger la jaula y no recordar que muchos otros antes que tu perdieron la vida en la mina.
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