"Reclame un aumento de sueldo". El Bild Zeitung – el diario más vendido de Europa, con un sexto sentido para conectar con las inquietudes del alemán de a pie- anunciaba con este titular su última campaña. El objetivo: lograr que los empresarios alemanes paguen más a sus empleados. El instrumento: una carta modelo que los millones de lectores diarios del rotativo populista deben enviar a sus jefes exigiéndoles un mejor salario.
Después de 15 años en los que los sueldos reales prácticamente se han estancado en la primera economía de Europa, políticos, sindicalistas, líderes de opinión e incluso dirigentes empresariales coinciden estos días en pedir que los asalariados alemanes se beneficien también del boom que la economía alemana ha vivido en los últimos meses.
Otros, entre ellos el Banco Central Europeo (BCE), algunos economistas liberales y políticos de centroderecha, temen que un aumento de los sueldos frene la creación de empleo, provoque un aumento de los precios y acabe lastrando la recuperación económica.
"La oportunidad de que haya un boom está aquí. Es el momento de tener el valor de invertir la espiral hacia arriba. Y esto implica buenos salarios, entre otros motivos porque beneficiará la coyuntura interna", decía esta semana en una entrevista en la prensa alemana el socialdemócrata Franz Müntefering, vicecanciller y ministro de Trabajo de la gran coalición.
El razonamiento de los defensores de mejoras salariales es sencillo. La economía ha estado media década estancada. Los alemanes se han apretado el cinturón. Esto ha contribuido a rebajar los costes laborales y a hacer más atractiva la economía alemana para los inversores.
La bonanza actual – el producto interior bruto crecerá este año en torno al 2,4%, el déficit está bajo control, las exportaciones se han disparado y el desempleo ha caído por debajo de la barrera psicológica de los cuatro millones de parados- también es fruto, según esta argumentación, de las renuncias a aumentos de sueldo en los últimos años. Lo lógico sería que los asalariados alemanes se beneficiasen también de este crecimiento al que ellos han contribuido.
"No puede ser – ha advertido Gustav Horn, economista de la Fundación Hans Böckler, próxima a los sindicatos- que la empresas obtengan mayores beneficios que nunca y sus trabajadores no se aprovechen de ello". En los últimos cuatro años, los salarios han aumentado en Alemania entre un 1,6% y un 2,7%, según datos divulgados por la prensa alemana. Los salarios de los directivos empresariales subieron, en cambio, entre un 8,2% y y un 11,1%.
Como sugería Müntefering, un incremento salarial puede ayudar a afianzar la recuperación económica. Con más dinero en los bolsillos en el 2007, es probable que los alemanes gasten más – a pesar de que el 1 de enero el IVA subirá- y que esto acabe por repercutir en el PIB.
"Nada indica que el dinero suplementario vaya a gastarse en productos fabricados en Alemania", replicaba el pasado viernes, en un encuentro con un grupo de periodistas en Berlín, Norbert Walter, el economista jefe de Deutsche Bank.
"Si Volkswagen aumentase los salarios – dijo Walter- los trabajadores de Volskwagen probablemente comprarían el modelo Octavia, que se fabrica en Bratislava. Por tanto, podría ser que al final el número de empleados en Wolfsburg (la fábrica central en Alemania) se redujese".
El pasado jueves, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, llamó a los sindicatos alemanes – sin mencionarlos- a "estar a la altura de sus responsabilidades". Trichet también pidió que en las negociaciones salariales se tenga en cuenta el alto desempleo: a mayores salarios, mayores dificultades para contratar a nuevos empleados.
Aunque muchos políticos democristianos han advertido de los riesgos que puede comportar un aumento de los sueldos en todo el país, la canciller federal, la democristiana Angela Merkel, ha manifestado, en boca de un portavoz, que es favorable a mejoras salariales en los sectores y empresas más boyantes. Porque en Alemania ésta es una cuestión de las negociaciones sectoriales que empezarán en las próximas semanas. De momento, el poderoso sindicato metalúrgico IG-Metall podría exigir hasta un 7% más.
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