El último estirón de la temporada de comercio de Navidades redondeó una bajada anual del desempleo en la provincia que tuvo desigual desenlace entre hombres y mujeres. Cádiz cerró 2006 con 100.601 parados, casi 2.000 menos que un año antes y logró mantener la media de desocupados del segundo semestre por debajo de la cota psicológica de las 100.000 personas.
Pero la provincia no puede respirar todavía confiada. Aunque las campanadas de final de año fueron buenas, aún no pueden aún lanzarse al vuelo, ya que la media de desocupados del conjunto de los seis meses fue peor que la de 2005. Así se refleja en una comparativa entre los segundos semestres de los dos últimos años: entre julio y diciembre de 2005, el promedio de desempleados fue de 97.165, mientras que en entre julio y diciembre de 2006 fue de 97.670. Ligeramente superior.
La causa de este empeoramiento está en el campo, que cada vez proporciona menos puestos de trabajo, y, sobre todo, en las personas que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo (denominados SEA, Sin Empleo Anterior). Estos fueron los dos sectores donde subió el desempleo en el segundo semestre y ambos ya suman un 25 por ciento del total. Positivo, en cambio, fue el comportamiento de la industria (que tuvo una media de casi 7.900 parados en este periodo frente a los 8.350 del año anterior) y el sostenimiento de la construcción (12.960 frente a 13.570) que consigue dar salida a los desocupados que llegan a esta actividad procedentes de la hostelería y la agricultura.
Esta tendencia al alza es consecuencia de la fuerte incorporación al mercado laboral de mujeres, sobre todo de edades altas que buscan cotizar lo suficiente para poder tener una pensión. El ladrillo y el turismo han permitido que el mercado laboral responda al gran aumento de la demanda de trabajo de los últimos años: en sólo cinco años, las personas dadas de alta en el SAE han pasado de 484.000 a 521.000 personas (37.000 más), mientras que los ocupados se han disparado en 100.000, de los 350.000 que había en 2002 a los 453.000 alcanzados en el tercer trimestre del pasado año, según los datos de la Encuesta de Población Activa. Es decir: el número de parados se mantiene, pero la tasa baja porque hay más personas activas.
Además, la feminización de las listas del SAE ha tenido como consecuencia un nuevo aumento de paradas en los últimos doce meses. El promedio de desocupadas entre los pasados meses de julio y diciembre fue de 61.000, casi 2.300 más que un año antes y 7.000 más que hace un lustro.
Según estas cifras, las políticas de fomento de la contratación de mujeres se han quedado insuficientes y aunque las mujeres tienen más posibilidades de encontrar un empleo, la competencia es mayor porque son más numerosas en las oficinas de Empleo: las activas en el tercer trimestre de 2006 eran 196.000 y las ocupadas 161.000, mientras que en 2002 las activas eran 180.000 y las que estaban trabajando sólo 109.000.
En cambio, la tasa masculina es la mayor beneficiada del dinamismo laboral de principios de siglo y al término de 2006 estaban dados de alta en el paro 36.600 hombres: casi 2.000 menos que en el segundo semestre de 2005 y la friolera de 10.000 menos que en 2002.
Igual suerte corrió el otro gran colectivo de desfavorecidos en el empleo, los jóvenes. Un año más, el desempleo entre los menores de 25 años volvió a reducirse, un 9 por ciento, hasta los 13.311, con lo que ya son 4.000 menos los jóvenes que están sin trabajo en comparación con 2002. La ampliación de los periodos de formación y la mayor cualificación a través de cursos de FP, de rápida inserción, han envejecido las bolsas de desocupados, de forma que la bolsa de desempleados está entre 30 y 34 años. Aunque hablando de edades, son aún sangrantes los 25.000 parados mayores de 50 años (un 24 por ciento del total) que figuraban en las oficinas del SAE el pasado año.
Y, correlativamente con lo anterior, también está cambiado el perfil formativo de las personas en búsqueda de empleo: cada vez son menos los analfabetos inscritos en el paro (un 0,6 por ciento), mientras que el grueso de los demandantes (un 73 por ciento) tiene estudios secundarios (ESO o módulos de primer grado de FP) y otro importante 10 por ciento ha alcanzado ya los superiores (Universidad o módulos superiores de FP).
Respecto a las localidades, Cádiz y Jerez fueron la cara y la cruz del desempleo de 2006. Mientras que la capital gaditana lo redujo un 5 por ciento y se situó en el segundo semestre en una media mensual de 11.500 parados, Jerez mantiene su escalada constante de parados y alcanzó en el mismo periodo los 16.500. La causa de esta doble tendencia es, precisamente, la misma: los movimientos de población, ya que mientras Cádiz pierde habitantes jóvenes en activo o en situación de búsqueda de empleo, Jerez nutre su crecimiento urbano de la población de la Sierra y el Valle del Guadalquivir que busca en este municipio una mejor oportunidad laboral.
Puerto Real y La Isla fueron junto a la capital gaditana los municipios que lograron reducir su desempleo bruto y porcentual, ya que tienen menos parados pese a aumentar su población activa. En el lado contrario se situaron Chiclana y El Puerto, que cedieron levemente y cerraron el segundo semestre con un ligero repunte.
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