Siglos contracorriente. Así se ha escrito la historia de un pueblo; el de los gitanos. Años cargando con prejuicios heredados, soportando las consecuencias de la discriminación y olvidados por las instituciones en el bucle de la exclusión social. Pero las cosas están cambiando. Ahora este turbio pasado es sólo una parte más en el camino milenario que recorre esta etnia, donde las nuevas generaciones se están encargando de cambiar el papel que los romanís han jugado en la sociedad española. Una transformación social con sello femenino.
La mujer, motor del cambio
La revolución gitana es silenciosa, pero no invisible. Es más, desde el prisma de género, fundamentalmente tiene rostro de mujer. En el caso de Córdoba, el de aquellas que cursan una carrera en la universidad, que ocupan un puesto de trabajo cualificado y que se han aventurado a romper algunos de los corsés de una cultura de profundo raigambre. Porque ser mujer y estudiar no resulta fácil en un mundo en el que las decisiones del varón sigue siendo predominantes. Pese a todo, se estima que ocho de cada diez titulados universitarios son mujeres, según un estudio de la Asociación de mujeres universitarias romaníes de Andalucía (Amuradi).
Rafi Cortés y Rocío Santiago son dos de estas pioneras. Ambas son la punta de lanza de una nueva generación de gitanos con formación, la de aquellos que están dispuestos a borrar el fantasma de la marginalidad que aún a veces se asocia a este pueblo. "Soy gitana y administrativa. Esa es siempre mi carta de presentación," dice entre sonrisas Rafi. A sus treinta años, hace tres meses que está felizmente casada y, desde hace cuatro años, trabaja como administrativa en el Colegio Oficial de Arquitectos Técnicos de Córdoba. "Cuando era niña siempre quería ser de mayor administrativa o empleada de supermercado. Estudié el bachillerato en el instituto, pero lo dejé para hacer un módulo de formación profesional de administración."
Gracias a este curso, Rafi ha podido ampliar considerablemente su abanico de oportunidades laborales y, al mismo tiempo, ver cumplido uno de sus sueños de la infancia. Hasta el momento, nunca ha sufrido discriminación por su condición gitana, sino todo lo contario pues “mis compañeros de trabajo fueron los primeros en apoyarme hasta que me hicieron un contrato.”
Rocío tiene 42 años y trabaja actualmente como profesora de enseñanza religiosa evangélica en cinco colegios de la capital. Es diplomada en magisterio de educación primaria y en religión evangélica. Su fe en Dios es inquebrantable y difundir su palabra entre los más pequeños la hace feliz a diario. "Me casé joven y tuve que dejar de estudiar. Pero cuando mis hijos fueron mayores decidí volver a los estudios. Mi marido me apoyó mucho y fue entonces cuando me matriculé en la Facultad de Ciencias de la Educación y comencé al mismo tiempo a sacarme el título de profesora evangelista a distancia."
Su llegada a la facultad no pasó desapercibida para el resto de alumnos. “Se creó expectación, pero los profesores me acogieron muy bien y mis compañeros me animaban para que siguiera estudiando y me pasaban los apuntes cuando no podía ir a clase,” recuerda Rocío. Dos carreras y una casa con dos niños que ha conseguido sacar adelante "con buena nota" gracias a su tesón y esfuerzo.
Apoyo familiar
El respaldo de la familia resulta fundamental para que muchos gitanos puedan formarse. "Mis padres siempre me decían que debía estudiar y me regañaban cuando sacaba malas notas," recuerda Rafi.
Aún así, todavía hay casos en los que las necesidades económicas familiares impiden a los más jóvenes continuar con sus estudios. "Es normal que haya quien no pueda estudiar una carrera por falta de recursos económicos, pero deberían formarse de alguna manera,” aconseja Rocío, que reconoce que “a veces ocurre que los padres tienen problemas para llegar a final de mes y se ven en la necesidad de que sus hijos les ayuden para poder salir adelante.” Un círculo vicioso que mantiene a este colectivo con uno de los índices de formación más pobres en la actualidad.
La educación, objetivo prioritario
Pese a que casos como el de Rocío y Rafi cada vez son más frecuentes, al colectivo gitano le queda mucho camino por recorrer en el terreno de la formación.Y es que apenas el uno por ciento del de los gitanos llegan a matricularse en la universidad, de los cuales la gran mayoría son chicas. “Las mujeres gitanas sienten más inquietud por estudiar y suelen ser más emprendedoras. Ya no se conforman con ser amas de casa,” reconoce Luis Guillermo Cortés, ex presidente de la Federación de Asociaciones Culturales Cristianas de Andalucía.
Pero el principal problema que tienen los gitanos para encontrar un trabajo sigue siendo su baja cualificación profesional y educativa. “El mercado laboral de la ciudad es escaso y, en ocasiones, la baja cualificación de los demandantes de empleo no se corresponde con el perfil que solicitan los empresarios. Además, todavía existen muchos estereotipos erróneos sobre la población gitana,” reconoce Francisco Jiménez, coordinador de la Fundación Secretariado Gitano en Córdoba.
Todos estos factores han dado lugar a que la gran mayoría de los gitanos que se encuentran ocupados actualmente trabajen en negocios familiares o en los empleos por cuenta ajena con mayores índices de precariedad y sin el arropo de la protección social por desempleo, según el estudio Población Gitana y Empleo 2006 de la Fundación Secretariado Gitano.
Por eso, esta organización ya se ha puesto manos a la obra y cuenta con un programa de orientación, formación e inserción laboral -Programa Acceder- que desde su implantación en el año 2000 está cosechando resultados positivos.
Solamente en Córdoba, “durante los últimos seis años hemos realizado en torno a mil entrevistas en el servicio de orientación laboral y se han llevado a cabo setecientos itinerarios individualizados y contratos,” explica Jiménez. Y es que, desde hace algún tiempo, la oficina del Secretariado Gitano actúa como agencia de intermediación laboral, seleccionando para los empresarios que demandan trabajadores a los candidatos que se adaptan al perfil de la oferta de empleo.
Son este tipo de programas los que están contribuyendo a corregir los niveles de desocupación de este colectivo y a propiciar un futuro más prospero para este pueblo.
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