Los cargos superiores creen que para ser efectivos han de ser duros e intransigentes
Dos de cada cinco empleados siente que sus jefes incumplen sus promesas con frecuencia, según afirma el reciente estudio llevado a cabo por la Escuela de Negocios de la Florida State University. Sus autores creen que este comportamiento poco ético se debe a que cumplir las promesas contraídas con sus empleados no se corresponde con la imagen que tienen de jefe efectivo. Esta falta de confianza provoca en los trabajadores tensión, cansancio o la búsqueda de un nuevo empleo.
Un estudio dirigido por el profesor asociado de la Florida State University Wayne Hochwarter ha mostrado que dos de cada cinco empleados creen que sus superiores nunca cumplen sus promesas. El estudio consistió en más de 700 entrevistas, que también pusieron de manifiesto que el 37% de los trabajadores no creen a sus superiores cuando hacen una promesa.
Estos resultados coinciden con la mala imagen que los jefes suelen tener entre los trabajadores. “Muchos jefes tienen la percepción de que si no imponen forzosamente su voluntad no están comportándose como un jefe efectivo”, puntualiza Hochwarter en un adelanto de la encuesta publicado por la Florida State University. Todos los resultados serán publicados próximamente por la prestigiosa revista The Leadership Quarterly.
“Todos los superiores quieren parecerse a Donald Trump”, sugiere Hochwarter. Donald Trump, consejero delegado de Trump Corporation, ya ha pasado a la fama por dirigir sus empresas con mano dura y sin miramientos con sus empleados.
Relaciones infantiles
Muchos de los encuestados indicaron que sus jefes establecen relaciones infantiles o de acoso con los trabajadores. En concreto, el 37% afirmaron que sus supervisores hacían comentarios negativos sobre ellos a otros empleados o jefes. Otro 31% concluyeron que el único trato recibido por parte de sus superiores era el silencio.
Dentro de estas relaciones infantiles destaca que el 23% de los encuestados dijeron que sus jefes acusaban a sus empleados de sus errores o de situaciones embarazosas de las que ellos mismos eran responsables.
Los autores del artículo no han encontrado una correlación entre el nivel de insatisfacción con los superiores y la edad, el género o el sector empresarial en el que se trabaja.
Los jefes no salen mal parados del todo en este estudio, ya que, como aclaran sus responsables, mucha de la negatividad en las relaciones entre superiores y trabajadores emana de estos últimos. “La idea de estas entrevistas no era difamar a los jefes, sino ilustrarles en lo que necesitan hacer para sacar lo mejor de sus empleados”, dice Hochwarter.
Ética más que dinero
Los trabajadores que tienen que “cargar” con un jefe poco ético e irrespetuoso son más proclives a estar desencantados, cansados o nerviosos. También pueden dejar de esforzarse por sus empresas y no hacer horas extra o trabajar algún fin de semana. Normalmente huyen de estas situaciones buscando otro puesto de trabajo. De hecho, el estudio asegura que un jefe poco ético suele ser una causa más frecuente a la hora de dejar un empleo que, por ejemplo, un salario bajo.
El estrés suele ser, sin embargo, el síntoma más claro en el trabajador. Y para sentirse mejor llegan al sabotaje, el robo o sencillamente dejar de hacer su cometido, según muestran las encuestas.
Los optimistas aguantan
Los empleados optimistas son los que mejor soportan un mal jefe y, al mismo tiempo, los más comprometidos con su empresa. “Los optimistas todavía son capaces de comer con sus compañeros y esta actitud les hace conseguir apoyos dentro de la propia compañía”, asegura el profesor Hochwarter.
Este interesante estudio concluye que las malas relaciones con los superiores se pueden subsanar con un correcto diálogo por ambas partes y en ambos sentidos. En concreto insta a los trabajadores a hablar con sus jefes para delimitar las cosas que se pueden hacer para maximizar su labor.
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