Un estudio destaca el escaso valor que se da a los hombres que crían a sus hijos

Que las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las tareas relacionadas con el cuidado de los hijos no es ninguna novedad. Pero sí lo es el hecho de que un número creciente de hombres está apostando fuerte en su implicación con la crianza infantil en particular y con las relaciones de igualdad en general. Hablamos de varones que aceptan su papel de cuidadores, de educadores, hombres que aplican el discurso general de la igualdad de sexos a su vida cotidiana, doméstica y reproductiva. Son minoría, pero cada vez menos minoría. Pues bien, una investigadora de la Escuela Andaluza de Salud Pública ha culminado un estudio sobre ellos, y una de sus principales conclusiones es la siguente: los hombres que se implican en la crianza de sus hijos, que comparten las tareas del hogar y que rompen con el modelo tradicional masculino no obtienen el reconocimiento de nadie. Ni de la sociedad, ni de otros hombres, ni de otras mujeres.

«Hay muchos padres que se lo están currando pero que se sienten como perros verdes». Con esa diáfana explicación ilustra la autora del estudio, Gracia Maroto, la situación existente. A juicio de esta investigadora de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), la aportación que están realizando estos varones es interesante en los nuevos esquemas de las relaciones entre sexos, por lo cual merecerían un mayor reconocimiento social. «Hay que destacar sus aportaciones, pues son fruto de una toma de postura cultural. El hombre empieza a tomar posiciones como colectivo masculino, y en los próximos años esto va a ir a más», sostiene la investigadora.

Nuevos tipos

Gracia Maroto ha concluido el estudio 'Implicación del padre en la crianza infantil'. En él destaca la importancia de la incorporación de la mujer al mundo laboral, que está cambiando de forma decisiva tanto el estilo de vida como las relaciones entre sexos y las familiares.

«Hay nuevas formas de familia, nuevos tipos de cuidados y de cuidadores y un nuevo discurso social favorable a que el padre se implique más en la crianza, el cuidado y la educación de sus hijos que poco a poco tiene más presencia», resume. En suma, concluye, está emergiendo un nuevo modelo de padre que rompe con el arquetipo tradicional y que ya no se limita a ser el que aporta el sueldo a la casa.

Ese nuevo modelo, minoritario, es al que Gracia Maroto se ha acercado en su investigación. En España apenas hay estudios sobre este colectivo, por lo que el trabajo de la investigadora de la EASP cobra aún más interés.

El estudio se ha realizado a través de entrevistas en profundidad hechas a parejas que responden a un modelo de paternidad y maternidad igualitario, residentes en Granada y en el Área Metropolitana, con al menos un hijo de entre 6 a y 12 meses de edad, con nivel de estudios académicos medio-alto y ambos con trabajo remunerado.

No del todo

De estas entrevistas que se han llevado a cabo, la investigadora ha establecido una serie de conclusiones. Una de ellas es la de que este grupo de padres se implica en buena medida en la crianza de sus hijos -asisten a clases prenatales, están presentes en el parto, asumen su papel a la hora de los cuidados infantiles, juegan con los menores-. Pues, bien, pese a eso, la implicación no llega a equilibrar del todo la balanza entre sexos. Es decir: ellos desarrollan tareas, si bien son ellas las que principalmente llevan la iniciativa y asumen la gestión. O sea, son las madres las que llevan la iniciativa en el cuidado de los hijos incluso en los casos de las parejas más igualitarias: grosso modo, ellas gestionan y ellos ejecutan. Por eso hay una demanda materna de un reparto más igualitario: «realizar las tareas no es suficiente».

Otra conclusión que establece el estudio: las madres desean que los padres participen en la crianza de los hijos, pero, eso sí, «a la manera de ellas». Una de las entrevistadas lo dijo así: «Las mujeres tenemos que aprender a dejarlos ser. Necesito a mi pareja y quiero que se implique el 100%, pero también quiero controlarlo yo». Esta postura, a juicio de la investigadora, puede frenar la implicación del padre.

http://www.ideal.es/granada/prensa/20070205/local_granada/estudio-destaca-escaso-valor_20070205.html