“Se ofrece empleo: requisitos indispensables, nivel alto de inglés y… no ser fumador”. Cada vez son más habituales las empresas que buscan profesionales libres de malos humos, excluyendo explícitamente a aquellos con gusto por encender el cigarrillo. Entre las muchas razones que pueden inspirar esta moda, una parece mandar por encima de todas: los trabajadores que fuman cuestan más de 10.000 millones de euros anuales al conjunto de las empresas españolas.
Y es que uno de cada tres empleados están enganchados a este hábito, al que dedican una media de 25 minutos al día, según un reciente estudio de Inology, compañía de desarrollo de soluciones para empresas. Así, si el coste de cada hora trabajada es de 16 euros, la factura individual de ese descanso asciende a 6,6 euros, ya que es un salario que el trabajador recibe en un momento en el que no está produciendo.
Si se multiplica esa factura por los 240 días laborables de media que hay en España, el resultado es de casi 1.600 euros por cada trabajador al año lo que, multiplicado por los 6,6 millones de empleados que fuman en España, deja ese recibo total de 10.600 millones de euros para el conjunto de la economía nacional.
Estos datos están calculados a partir de las cifras de costes laborales del Instituto Nacional de Estadística (INE), el único organismo oficial que publica series a nivel nacional. Otros estudios sectoriales han elevado el gasto a casi 2.200 euros por empleado, cifra, sin embargo, que no es incompatible con la del INE, ya que ése es el coste que soportan, por ejemplo, las empresas del País Vasco, la comunidad donde las empresas pagan más por sus trabajadores. En el otro lado de la balanza se situaría Extremadura, donde el coste por cada fumador queda en 1367 euros anuales.
Los expertos, en cualquier caso, no se muestran pesimistas. Un informe del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo asegura que la aplicación de la ley conseguirá reducir a la mitad el gasto que soportan las empresas en un plazo de quince años, gracias a lo prohibitiva que resulta la norma.
Las ventajas también vendrían de mano de la reducción de los costes de limpieza, ya que el humo del tabaco afecta a los ordenadores y a otros equipos sensibles, que requieren trabajos de mantenimiento e instalación de sistemas de ventilación, si bien este coste era difícil de cuantificar en el balance de una empresa.
No obstante, frente a este ahorro, destacan los gastos para la Sanidad por culpa del tabaquismo, que se acercan a los 7.000 millones anuales. Parte de ese importe también lo pagan las empresas: un estudio del Centro de Prevención del Tabaquismo de Estocolmo asegura que quienes fuman presentan un 30% más de bajas por enfermedad que el resto de los trabajadores.
El absentismo laboral implica, por una parte, que hay que pagar el sueldo durante la baja por enfermedad; y, por otra, conlleva costes asociados a la pérdida de productividad. La reducción temporal de la mano de obra habitual puede afectar, así, al rendimiento, lo que incrementaría los costes de producción, al tiempo que encarece el mantenimiento de instalaciones.
El Comité español de Tabaquismo alerta, además, de que el tabaquismo eleva el riesgo de demandas por parte de trabajadores afectados por el humo, una tónica que amenaza con incrementarse con la nueva ley, que incita a los trabajadores a denunciar a aquellos que no sean rigurosos con las normas.
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