El sacrificio de los salarios en la UE ha sido tan intenso durante los últimos años que puede quebrar el modelo social europeo. La advertencia viene nada menos que de los máximos responsables de la economía de los Veintisiete. El debate se apoyó en un informe interno de la Comisión bajo el título Desarrollo de los salarios y de los costes laborales en la zona euro que asegura que "la participación de los salarios ha alcanzado los niveles históricos más bajos en los últimos años". Y es que el peso de los salarios sobre la renta total ha caído desde el 68% en 1993 al 64% en 2006. El documento hace hincapié en que el esfuerzo por contener la inflación ha recaído sobre los salarios, como prueba el dato de que los ingresos por empleado han crecido sólo un 2,6% entre 1995 y 2005.
El debate se ha suscitado en las reuniones del Eurogrupo y del Consejo de Economía de la UE de la semana pasada por el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia y el ministro de Finanzas alemán, el socialdemócrata Peer Steinbrück, en torno a el documento Desarrollo de los salarios y de los costes laborales en la zona euro, elaborado por técnicos de la Comisión. El informe, al que ha tenido acceso este diario, afirma que "los costes nominales laborales unitarios han crecido a un ritmo significativamente más bajo que el objetivo de estabilidad de los precios del 2% en los últimos años". Todo ello ha supuesto que los ingresos por empleado "han registrado el crecimiento histórico más bajo, el 2,6% entre 1995 y 2005".
Los expertos señalan que a pesar del periodo de sostenida expansión y enérgico crecimiento del empleo, la moderación salarial ha continuado a lo largo de 2006. En definitiva, el trabajo concluye que "las presiones inflacionistas procedentes del mercado laboral se encuentran dominadas". Es decir, los riesgos de la inflación ya no vienen por los salarios.
Según este análisis de la situación económica de la UE, si se produjera un ajuste al alza de la participación salarial en la distribución de la renta, "los salarios podrían crecer a un ritmo mayor que la productividad, sin que esto tuviera como reflejo unos precios más altos y por tanto sin poner en riesgo la estabilidad monetaria". Esto implicaría que "los beneficios marginales, actualmente a niveles altos, deberían absorber parte del incremento de los costes laborales".
El debate sobre la sostenibilidad del modelo social europeo y la distribución de la renta se inspira nada menos que en una reflexión del máximo responsable de la política monetaria estadounidense. El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, expresó en su discurso del pasado 6 de febrero su inquietud por el fuerte crecimiento de las desigualdades en su país. Bernanke no deja dudas en su defensa del modelo capitalista, al señalar que "sin la posibilidad de resultados desiguales, vinculados a las diferencias de esfuerzo y talento, el incentivo económico se eliminaría y nuestra economía de mercado sería menos eficiente".
Pero su preocupación mayor se centra en el fuerte aumento de las diferencias de renta, que ilustra con profusión de datos. Así, señala que la renta obtenida por el 1% de las familias más ricas ha pasado de representar el 8% del total del pastel en 1979, al 14% en 2004. Por el contrario, el 20% de los hogares más pobres han visto descender su participación en el pastel desde el 7% al 5%, en el mismo periodo.
En la UE también hay sensación de vértigo por el actual modelo de crecimiento tan desigual entre salarios y beneficios. Joaquín Almunia no dudó en calificar de "injusta e insostenible" el desigual reparto actual de la renta entre salarios y beneficios. Almunia subrayó que "en la situación actual hay empresas con ganancias muy importantes, pero su distribución no está beneficiando a los asalariados, que son los más, sino a las rentas no salariales, que son los menos".
El ministro de Finanzas de Alemania, que ocupa la presidencia de turno de la UE, coincidió con el comisario al señalar que durante "los últimos años, los asalariados y las capas medias han experimentado una pérdida neta de salarios, mientras que las empresas han visto crecer los beneficios exponencialmente". El riesgo, advirtió, es que si esta situación continúa llegaremos a una crisis del modelo de economía social de mercado europeo.
Situación alemana
La moderación salarial ha sido especialmente significativa en Austria y Alemania durante la última década. En este último país, el aumento de los ingresos por empleado, de un 2%, procede casi todo, del aumento de la productividad, 1,6%, mientras que los costes laborales sólo han crecido un 0,4%. En la Unión Monetaria, ha sido al revés; los ingresos por empleado han crecido un 2,4%; con una productividad del 1% y aumentos de los costes salariales unitarios del 1,5%.
Frente a esta inquietud por el crecimiento de las desigualdades y el impacto de la congelación salarial en la demanda, que se percibe en ambas partes del Atlántico, el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, recordó no obstante, que "el alza moderada de los costes laborales había sido el factor clave para aumentar el empleo y reducir el desempleo en los últimos años". En la misma línea se expresó el presidente de la patronal europea, Businesseurope, la antigua UNICE, Ernest-Antoine Seilliè, que expresó la necesidad de "seguir con una cierta moderación salarial, para mantener el crecimiento del empleo y lograr el objetivo de conseguir 8,3 millones de puestos de trabajo entre 2006 y 2008".
La modernización y refuerzo del Modelo Social Europeo será uno de los temas de debate previsto en la cumbre de los jefes de Estado o de Gobierno de la UE que se celebrará los próximos 8 y 9 d marzo en Bruselas. En sus conclusiones provisionales, el Consejo "subraya la importancia del buen trabajo, y sus principios fundamentales, como los derechos y la participación de los trabajadores, la igualdad de oportunidades, la protección de la seguridad y la salud en el trabajo y la conciliación de la vida familiar y laboral".
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