La Ciudad Financiera que el Banco Santander construyó en Boadilla del Monte (Madrid), hace ahora tres años, ha logrado 'convencer' a los empleados que trabajan en ella y a sus representantes sindicales, y despejar algunas de las dudas y reticencias que tenían cuando se planteó el proyecto.
La entidad presidida por Emilio Botín planificó esta 'ciudad financiera integral' con varios objetivos: ahorrar los costes que suponían los 23 edificios que ocupaban en Madrid capital los servicios corporativos del grupo, aumentar la eficiencia de sus trabajadores y mejorar la calidad de vida y de trabajo de éstos.
Así, se embarcó en un faraónico proyecto diseñado por el arquitecto irlandés Kevin Roche que costó 480 millones de euros y que incluyó la construcción de nueve edificios que actualmente acogen a casi 6.700 empleados.
Entre esos nueve edificios destaca el Pereda, donde se encuentra el despacho de Emilio Botín y la sala del Consejo de Administración del banco y es, además, el único con forma circular, construido alrededor de un atrio con cuatro plantas de altura y rematado por una cúpula acristalada de 32 metros de diámetro y 27 metros de altura, bajo la cual vive un pequeño bosque tropical.
El 'campus empresarial más grande del mundo', como Botín lo calificó cuando anunció el proyecto en 2002, supuso para el banco 'mucho más que un cambio de oficinas desde el centro de Madrid a la periferia', al tratarse de una iniciativa 'tremendamente ambiciosa' y que 'revolucionaba la forma de trabajar en las grandes empresas'.
Precisamente esta 'revolución' y mudarse a un municipio situado a 30 kilómetros de Madrid provocó que la mitad de los empleados afectados no estuviese de acuerdo con su traslado a Boadilla, al considerar, según una encuesta que hicieron los sindicatos, que aumentaría su tiempo de desplazamiento de casa al trabajo y sería más difícil conciliar la vida laboral y familiar.
Sin embargo, sus instalaciones, las rutas habilitadas para llegar a ella desde distintos puntos de Madrid, sus grandes zonas ajardinadas (el 62% de la ciudad son zonas verdes) con olivos milenarios, sus áreas de restauración y de ocio y su guardería para 400 niños han provocado que la mayoría de los empleados que la habitan afirmen 'sentirse muy satisfechos o satisfechos', según la encuesta que realizó la entidad haces unos meses.
En este grado de satisfacción tienen un destacado protagonismo el entorno en el que se encuentra la ciudad, la gran variedad de servicios que ofrece -con seis restaurantes temáticos en los que los empleados comen gratis-, la interacción entre trabajadores y departamentos y la amplitud y luminosidad de sus oficinas.
Además, los trabajadores también valoran especialmente sus instalaciones deportivas -que incluyen un campo de golf de 18 hoyos, un moderno gimnasio, una piscina climatizada y varias pistas de tenis y de pádel- y el gratuito programa de atención al empleado, iniciativa que incluye la gestión de documentos para trámites como matricular un coche o renovar el DNI.
Sobre una superficie de 165 hectáreas acoge también un centro de formación, por el que en 2006 pasaron más de 18.000 personas, un auditorio con capacidad para 1.000 personas, un pequeño supermercado, una peluquería y hasta un museo en el que se muestra la segunda colección numismática privada más importante de Europa.
Estos billetes y monedas son de los pocos que se ven en la ciudad, ya que los empleados sólo utilizan el efectivo en el puesto de la ONCE existente en la zona de restauración, al contar con una tarjeta del grupo con la que se accede a todos los servicios.
A pesar de disponer de 14.000 metros cuadrados de restaurantes, áreas comerciales y zonas de ocio, y 15.000 metros cuadrados de instalaciones deportivas, algunos empleados aún sienten que trabajan en una especie de 'jaula de oro', ya que contar con todas estas ventajas e instalaciones no supone que en algún momento no se quiera 'desconectar realmente' del puesto trabajo, según los sindicatos.
Esta circunstancia no significa que los trabajadores de la ciudad no sean 'unos privilegiados' dentro del Santander, al contar, además, con flexibilidad de horarios, destacan los sindicatos, que aspiran a que algunas de las 'ventajas' de estos empleados se trasladen a toda la plantilla del Grupo.
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