Que “la mujer no se jubila nunca” es una realidad contrastada, igual que los ‘abuelos cuidanietos’, que en Europa rondan el 50% y en España –si se consideran quienes lo hacen al menos un día a la semana- superan el 60%. Pero de ahí al llamado síndrome de la abuela-esclava media un abismo. Ella misma es la primera en desmentir cualquier imagen propia de sobrecarga doméstica y de agotamiento físico y emocional: no sólo asume ese rol con naturalidad, sino que se declara encantada de hacerlo.
Así lo señala un trabajo expuesto en el I Congreso de Abuelos y Abuelas en Marcha (Abumar) por el Grupo de Investigación sobre Gerontología de la Universidad de Barcelona (GIG-UB), que admitió estar “sorprendido de que todo sea maravilloso” tras estudiar a fondo a 20 abuelas que dedicaban más de 12 horas semanales a cuidar de sus nietos: absolutamente todas se mostraron satisfechas. Y aunque la mitad identificó el citado síndrome, sólo lo hizo como algo ajeno y, en todo caso, referido “a las abuelas más mayores”; en el grupo analizado las había de hasta 79 años. En el iceberg de las abuelas cuidadoras, la parte visible irradia felicidad.
Carmen Triadó, catedrática de Psicología Evolutiva, añadió que los motivos de satisfacción de las abuelas eran diversos, desde el amor a sus nietos (cinco cuidaban a uno, nueve a dos, tres a tres y otras tres a cuatro o más) hasta la posibilidad de “sentirse activas”, pasando por el “tener compañía” en el caso de las viudas. Dos tercios asumieron su rol cuidador debido al trabajo de sus hijas, pero lo hicieron “como algo natural”, unas veces por “responsabilidad hacia sus hijos” y otras porque “la alternativa sería demasiado cara” en el plano personal (dos mujeres habrían tenido que dejar su empleo y tres resignarse al hijo único) y económico.
Entre los argumentos que les salieron del alma estaba el de “cómo voy a quedarme tranquila si se tienen que gastar la mitad del sueldo en la guardería”, e incluso tres se habrían “sentido decepcionadas si no me hubieran pedido cuidarlos”.
Base del trabajo femenino
En su condición de “cuidanietos”, las abuelas, con creciente respaldo de los abuelos, son un cimiento clave de la incorporación femenina al mercado laboral. Mayte Sancho, presidenta del Observatorio de Mayores del Imserso, señaló que el 22% de ellas y el 24% de ellos realizan ahora mismo esa función (antes lo hacían el 48% y el 37% respectivamente), aunque precisó que aquel porcentaje similar debe ser matizado por la diferencia de tareas, que en el ámbito hogareño se concentran en la mujer. Otro detalle importante es que el 44% de ese cuidado (casi el 10% del total) se lleva a cabo todos los días, y el 30% (7% del total) varias veces por semana, lo que significa que la sexta parte de las abuelas y abuelos podría colgarse merecidamente la etiqueta profesional de persona cuidadora de nietos.
Constanza Tobío, socióloga de la Universidad Carlos III de Madrid, completó el retrato con un perfil de los “abuelos como recurso de conciliación” de la vida familiar y laboral. Tras cifrarlos en nueve millones (casi ocho millones de abuelos y un millón de bisabuelos, el 59% mujeres), se apoyó en un estudio sobre “lo que más ayuda a la mujer trabajadora” para confirmar que la abuela materna (27%) se lleva la palma, por encima incluso de la pareja (25%) y con un respaldo significativo de otros miembros de la familia (10%) que supera el 9% de la ayuda a domicilio remunerada. En caso de problemas, sobre todo enfermedades de los hijos y vacaciones escolares, otra vez los abuelos dan la talla y resuelven la mitad de tales dificultades.
Aunque eso no libera a la madre de llevarse la peor parte en la pareja. Cuando los niños se ponen malos, el 15% de empleadas (el triple que sus maridos) pierde su jornada laboral. Cuando tienen vacaciones, el 7% se los lleva incluso al trabajo. Y si de dejarlos en la guardería se trata, el marido sólo iguala a su mujer (24%) cuando ella entra antes, lo que explica que abuelos (18%) y otros familiares (15%) acudan a echar una mano. Si es él quien entra antes, casi siempre le toca a ella: 75% por 17% del padre.
Reto para el Estado
En ese complejo escenario de una sociedad en proceso de cambio, Anna Freixas, psicóloga de la Universidad de Córdoba, subraya que “no es lo mismo ser abuela que abuelo” (no había un solo hombre para estudiar a “cuidanietos” de 12 horas semanales), y cree que ese compromiso femenino está “impidiendo que nuestras hijas renegocien con sus parejas nuevas formas de relación” más igualitarias.
“Cuidar está bien, pero no solas”, remachó. Y hay indicios de que algo se mueve en esa dirección, como sugiere el dato “sorprendente” aportado por Tobío: quien más aporta a la conciliación familiar y laboral de las españolas es la abuela materna, y después, el abuelo materno, que protagoniza así una “vía de incorporación del hombre al cuidado”.
La experta de la Carlos III concluye que “las abuelas, con creciente ayuda de los abuelos, sustituyen la insuficiente acción social del Estado y la mala organización” de horarios laborales y escolares y reparto de tareas en la familia. Y advierte de que los agujeros del sistema ya no podrán ser tapados en el futuro por el sacrificio de las abuelas, que contestan ya con un “rotundo no a la pregunta de si cuidarían a sus nietos como ahora lo hacen sus madres”. La actual es, pues, una “solución provisional” explicable por la convivencia de “la última generación de amas de casa y la primera de madres trabajadoras”, por la “solidaridad entre mujeres” y por la “proyección en las hijas” de un sueño profesional al que ellas no pudieron aspirar.
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