La fiscalía de Núremberg ordenó ayer el ingreso en prisión preventiva del ejecutivo de Siemens Johannes Feldmayer por presunto desfalco y delitos contra la ley de constitución de las empresas. Se sospecha que Feldmeyer está implicado en sobornos a una especie de sindicato amarillo que se encargaba de apoyar los planes de la patronal contra el sindicato metalúrgico IG Metall.
Feldmayer, de 50 años y , considerado uno de los príncipes herederos para presidir el gran consorcio alemán, ingresó en prisión ante el temor de la fiscalía de que pudiera huir por sus contactos en el extranjero. En la cúpula directiva de Siemens, Feldmayer tenía entre otras tareas la gestión del negocio en Europa. Ayer lo detuvieron en una redada que afectó a 20 edificios y domicilios en varias ciudades del sur de Alemania.
Tras los escándalos y procesos abiertos por los contratos con sobornos por todo el mundo que ascienden a 200 millones de euros, según la fiscalía, y 420 millones que Siemens no consigue justificar, ahora estalla el de la presunta compra de sindicalistas.
Feldmayer dio con sus huesos en la cárcel arrastrado por su compañero de negocios Wilhelm Schelsky, de 58 años, que ya lleva varios meses encerrado. Schelsky llegó a ser presidente del comité de empresa de una división de Siemens. Se percató de que era más lucrativo establecerse por su cuenta y dedicarse al asesoramiento de empresas. Creó Schelsky la empresa Grupo de Trabajo de Miembros de Empresa Independientes (AUB) que agrupaba a 19.000 miembros de comités de empresa en toda Alemania.
AUB se encargaba de defender entre los trabajadores las posiciones de la patronal. Según todos los indicios, gran parte de la financiación de AUB procedía de Siemens. La fiscalía ha descubierto que Schelsky recibía pagos de Siemens, según contratos con Feldmayer, por servicios inexistentes. Por 52.000 marcos (26.000 euros) al mes, Schelsky asesoraba a Siemens.
El diario Süddeutsche Zeitung informa de cómo estos pagos se desmadraron hasta llegar a cifras escandalosas. Entre 2002 y 2004 se pagaron facturas entre 450.000 y 800.000 euros por prestaciones contabilizadas como "servicios" y "prestaciones de asesoramiento acordadas". En esos tres años Siemens pagó a AUB hasta 14,75 millones de euros.
Semejantes chapuzas de pagos sin cobertura llamaron la atención del fisco y provocaron la intervención de la justicia que ayer encerró a uno de los peces más gordos de Siemens.
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