Japón se prepara para una explosión del número de divorcios, ya que gracias a la entrada en vigor hoy de la reforma del Sistema de Pensiones Privado, las mujeres podrán acceder al dinero acumulado por las empresas de sus maridos para el futuro de sus empleados.
En la historia reciente de Japón, la que asustó a EEUU en los años de crecimiento económico desbocado con las inagotables exportaciones, dentro de un matrimonio normal el marido trabajaba de por vida en una empresa, a la que profesaba una lealtad absoluta, y la mujer se quedaba en casa.
En justo pago por los desvelos de sus trabajadores y para garantizar la apreciada armonía social, las empresas japonesas cuidaban de sus empleados y aseguraban el abono de una pensión privada, independiente de la estatal.
Con leves cambios, el sistema funciona así todavía, el problema es que, en caso de divorcio, las mujeres, por ley, antes podían acceder sólo a la pensión pública.
Pero a partir de hoy, las mujeres podrán recibir hasta la mitad de la pensión que la empresa reserva para su marido, dependiendo del periodo en el que la pareja haya estado casada.
Para concretar la cantidad que la mujer recibirá debe alcanzarse un acuerdo, que podrá concretarse por vía judicial o por mediación entre las dos partes.
Transformaciones en la sociedad
La globalización, la crisis económica de los 90 y otras transformaciones sociales han dado lugar a un constante aumento del número de divorcios en Japón desde los años 70, a pesar de que el alto coste de la vida nipón desincentivaba a muchas mujeres a decantarse por la separación.
Sin embargo, desde 2004 el número de divorcios bajó respecto al año anterior, ya que muchas mujeres han decidido esperar a que entre en vigor la reforma.
En 2006, la Agencia de Seguro Social abrió un servicio de simulacro de divorcio, en el que se puede calcular la pensión que se recibirá en caso de separación una vez entre en vigor la reforma.
Desde que funciona este servicio, cerca del 90 por ciento de las consultas, que no han dejado de aumentar, fueron realizadas por mujeres.
Se prevé, además, que el vaticinado incremento en el número de divorcios a causa de la reforma del sistema de pensiones se verá intensificado con la próxima jubilación de la generación del 'baby boom', nacida en los años inmediatamente posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial.
Los hombres de esa generación han mamado la cultura de empresa tradicional de Japón, que favorece a los trabajadores que invierten largas horas en la oficina, signo de entrega y lealtad hacia la compañía.
Es muy frecuente, que tras la dura jornada laboral, en vez de volver a casa para estar con la familia, los hombres se queden bebiendo a los bares en una ceremonia catártico-etílica muy común en Japón.
La larga esperanza de vida de la que disfruta el país conduce a que, una vez jubilados, muchos hombres se queden en casa sin saber que hacer por que no se adaptan a lo que se conoce como una "segunda vida", en la que un empleado retirado puede dedicarse a viajar, a sus hobbies o a la gastronomía.
El acervo popular ha acuñado para estos hombres jubilados un término exquisito y cruel a partes iguales: 'Nure ochiba' (hojarasca húmeda).
Estas palabras describen a los hombres que están en casa e irritan a sus mujeres mientras éstas tratan de organizar el hogar, como las hojas de los árboles húmedas que se adhieren al suelo y son difíciles de barrer.
En el caso de un matrimonio en el que el marido haya trabajado 40 años en una empresa por un salario de 360.000 yenes (2.284 euros, 3.055 dólares) al mes, hasta ahora el marido cobraba 66.000 yenes (419 euros, 560 dólares) de pensión pública mensualmente y 100.000 yenes (634 euros, 849 dólares) de la pensión de la empresa.
La mujer, por su parte, cobraba sólo los 66.000 yenes (419 euros, 560 dólares) de pensión pública.
Sin embargo, a partir de ahora, la mujer tendrá derecho a hasta 50.000 yenes (317 euros, 424 dólares) de la pensión de empresa del marido.
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