Los países desarrollados deben adoptar medidas como la reducción de impuestos sobre los salarios y una mayor formación profesional para amortiguar los efectos negativos de la 'globalización del trabajo', según el FMI.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), que celebra la próxima semana su asamblea conjunta de primavera junto al Banco Mundial, ha hecho públicos los capítulos analíticos de su informe semestral 'Perspectivas Económicas Mundiales', uno de los cuales está dedicado a la 'Globalización del trabajo'.
El análisis del Fondo señala que la fuerza laboral global se ha multiplicado por cuatro en las últimas dos décadas ante el aumento de la población mundial y la creciente integración de China, India y el antiguo bloque soviético en el sistema de comercio internacional.
El estudio recuerda que la Organización de las Naciones Unidas proyecta que la población en edad laboral aumentará en un 40 por ciento para el año 2050 y que la apertura comercial continuará, sobre todo en el sector servicios.
Los países desarrollados, dice el Fondo, tienen acceso a esa fuerza laboral mundial por medio de las importaciones y la inmigración.
El capítulo analítico destaca, por lo demás, que la integración de la fuerza laboral global ha tenido numerosas ventajas para los países desarrollados.
'Las oportunidades para exportar han aumentado considerablemente.
Ha facilitado el acceso a bienes importados más baratos y ha permitido a las compañías operar de forma más eficiente', una combinación de factores que ha impulsado la productividad y la producción, según el FMI.
Los trabajadores de los países emergentes también se han beneficiado, gracias al rápido aumento de sus salarios, señala el Fondo Monetario.
Pero la globalización laboral también ha tenido sus efectos adversos en el mundo desarrollado: la muestra más patente es la reducción de los ingresos laborales como porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB), una tendencia que se ha visto acelerada por los rápidos cambios tecnológicos.
Los más afectados por el fenómeno son los trabajadores poco cualificados, según el FMI.
La situación plantea 'importantes desafíos' a los responsables de las economías avanzadas, según el organismo que sugiere una triple vía de actuación.
Para empezar, el Fondo Monetario recomienda 'mejorar el funcionamiento de los mercados laborales', mediante la adopción de medidas como la reducción de la carga fiscal sobre los salarios, de forma que los trabajadores puedan llevarse a casa una porción mayor de lo que ganan.
Eso permitiría, además, que las prestaciones por desempleo no sean lo suficientemente atractivas como para disuadir a los trabajadores de su búsqueda laboral.
Políticas como esas 'han ayudado a un número de países a adaptarse a las presiones de la globalización', según el FMI, que propone también una mayor flexibilidad en las economías que permita el trasvase de trabajadores desde áreas en declive a aquellas que están en expansión.
La segunda vía de actuación pasaría por 'mejorar el acceso a la educación y la formación', una medida necesaria para permitir que los trabajadores se adapten a los rápidos cambios tecnológicos y la continua innovación.
El FMI sugiere, en tercer lugar, que los gobiernos aseguren una protección social adecuada a los trabajadores durante el periodo de ajuste.
'Esto incluye el facilitar ingresos adecuados para ayudar a amortiguar, pero no obstruir, el proceso de cambio', apunta el Fondo, que también cree que los países desarrollados deberían de hacer que la cobertura médica esté menos vinculada al trabajo.
El estudio desmonta, además, algunos mitos, como el de la percepción de que la externalización de la producción está muy extendida, al asegurar que representa todavía un porcentaje pequeño del total de la economía.
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