El análisis, realizado a través de datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), apunta que el 54,1% de los nuevos parados en 2006 eran personas que anteriormente no estaban en disposición de trabajar, es decir, eran inactivas.
El 45,9% restante provenían del mercado de trabajo, es decir, eran personas con un empleo. El 33,3% tenía un contrato temporal, un 9,2% un contrato fijo y un 3,4% autónomos.
De ahí se desprende que, de los que van al paro desde el mercado laboral, un 72,6% contaba con un contrato temporal, un 20% con un empleo fijo y un 7,2% eran emprendedores.
Las entradas y salidas del paro afectaron el pasado año al 4,6% de la población activa, es decir, casi un millón de personas. Hay diferencia entre sexos y son más las mujeres que llegan al paro desde la inactividad, el 59,8% del total, frente al 45,9% de los hombres.
En el análisis por edades, hay similitudes entre jóvenes y mayores. Entre las personas de 16 a 29 años que se incorporaron al paro, un 56,8% eran antiguos inactivos, cifra que es del 63,6% entre los mayores de 45 años, y de apenas un 45,2% entre los de 30 a 44 años.
Lo que se aprecia también del informe es la mayor facilidad que tienen los parados para encontrar un empleo. Entre 2001 y 2004, el 40% de los desempleados que había en un trimestre encontraba trabajo al siguiente, tasa que ha alcanzado el 60% a partir de 2005, situándose en el 60,2% el pasado año.
De las personas que abandonaron el pasado año las cifras del paro, el 58,3% se incorporaron al mercado laboral y un 41,7% pasaron a ser inactivos.
El 47,3% de quienes encontraron un empleo se tuvieron que conformar con uno temporal, frente a un 6,8% que lograron un puesto fijo y un 4,2% que se hicieron autónomos. La división por sexos demuestra que la mayoría de los hombres encuentran un nuevo empleo (68,8%), mientras que la mitad de las mujeres pasan a la inactividad y la otra mitad (50,5%) vuelven al mercado laboral.
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