La víspera del nacimiento de su hija fue el último día en la carrera profesional de Mark Ruis, al menos a corto plazo: a los 38 años, este flamante padre es uno de los 159.000 estadounidenses que eligieron cambiar la oficina por el hogar para ocuparse de sus niños. "Pensaba que no sería capaz pero finalmente lo hice", dice.
Los padres que, como Ruis, dejan su trabajo para cuidar a sus hijos, son hoy tres veces más numerosos en Estados Unidos que hace diez años.
En 1996, la oficina del Censo de ese país contabilizaba 49.000 padres en el hogar. Actualmente la cifra asciende a unos dos millones, si se incluyen los padres que trabajan a tiempo parcial o tienen su oficina en la misma casa donde están los niños.
Por eso, abundan las asociaciones, los grupos de apoyo y los blogs que dan consejos al nuevo "señor mamá". En Estados Unidos hay incluso una conferencia anual donde intercambian recetas y trucos del oficio de "amos de casa".
Una explicación al creciente fenómeno de los padres que optan por permanecer en el hogar es que sus esposas ganan más que ellos. Es el caso de Mark Ruis cuya mujer, que tiene un puesto de responsabilidad en una empresa, aportaba más dinero que él a la familia.
"Más a menudo que antes, hay más mujeres que ganan más que los hombres en la pareja", nota Aaron Rochlen, profesor de psicología en la Universidad de Texas, especializado en identidad masculina.
"Entonces, aunque sigue siendo difícil para algunos hombres tomar la decisión de permanecer en casa, son más los que lo hacen por razones económicas", añade este psicólogo, que acaba de terminar una investigación sobre los llamados "papá gallina".
De los 210 hombres que participaron en su estudio, los que tuvieron más dificultades para ajustarse a este nuevo papel son los que se identifican con los valores tradicionalmente asociados a la masculinidad.
Para los que están más abiertos a los cambios fue más fácil.
Peter Steinberg, un asistente social de 42 años que vive cerca de Washington, cuenta que hace siete años que su esposa y él decidieron que lo más sabio sería que él dejara su empleo para ocuparse de sus dos hijas, hoy de 1O y 12 años. Su mujer, experta en política, ganaba mucho más que él.
"El primer día que me quedé en casa fue el mejor porque me desperté y me sentí casi de vacaciones", recuerda. "El segundo día, me di cuenta de que era responsable no sólo de los niños sino de hacer todo lo necesario en una casa".
En la actualidad, Steinberg se siente cómodo en su papel, aunque quienes se cruzan con él cuando pasea a sus hijas siempre suponen que es un padre que pidió un día de licencia en la oficina para ocuparse de ellas.
Muchos padres interrogados en la investigación explican que su nuevo papel les generó una nueva admiración por las mujeres.
"Realmente me di cuenta de todo lo que mis padres habían hecho por mí y el verdadero trabajo que las mujeres hacen, algo que no ha sido reconocido a través de los años", afirma Howard Youth, de 41 años y "amo de casa" con dos niños de ocho y cuatro años.
"Cuando le dije a mi madre que pensaba quedarme en casa para ocuparme de los niños, abrió los ojos de par en par y me dio un consejo: 'Sobre todo, cuando te sientes a la mesa con adultos, ¡no te pongas a cortarles la carne!'."
Los comentarios están cerrados.