El futuro de Babcock Power España (BPE) se mantiene en el aire tres semanas después de que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) diera por terminada su intervención en la antigua empresa pública ante la imposibilidad de que la dirección de la compañía y los sindicatos cerraran un acuerdo sobre el plan industrial 2007-2008.
Desde el anuncio del holding público, los responsables del fabricante vasco de bienes de equipo y los representantes de los trabajadores no han retomado los contactos para tratar de despejar los nubarrones que acechan a la antigua Babcock Wilcox. Fuentes conocedoras del proceso añadieron que, en principio, no hay previstas nuevas reuniones en los próximos días.
Una situación de estancamiento que, previsiblemente, no se romperá hasta pasado el próximo día 3 de mayo, fecha en la que los trabajadores de Babcock elegirán a sus representantes sindicales y decidirán la nueva composición de su comité.
Las fuentes consultadas advirtieron que todo hace pensar que el nuevo comité de empresa será 'más radical' que el actual, con un mayor peso de sindicatos como el nacionalista ELA o LAB y ESK, próximos a la izquierda aberzale, en detrimento de CC OO y de UGT.
Una posibilidad que no facilitaría la consecución de un acuerdo, ya que las tres centrales vascas son precisamente las que, en los últimos meses, se negaron a negociar cualquier salida de futuro con los directivos de A-Tec Industries, el holding austriaco propietario de BPE.
Las perspectivas de la compañía no son halagüeñas. Desde el pasado 30 de enero, y tras un accidentado proceso de privatización que incluyó una venta fallida a la alemana Babcock Borsig, BPE ha salido definitivamente de la órbita pública y sus trabajadores ya no cuentan con las garantías de estabilidad que aseguraba la SEPI. Unas condiciones que los sindicatos querían que se prorrogaran otros cinco años y que el holding público habría estado dispuesto a extender hasta finales de 2008 si hubieran pactado con la dirección de la empresa el nuevo plan industrial.
Un plan que los responsables de A-Tec Industries consideran indispensable para garantizar la viabilidad de Babcock pero que cuyo éxito estaba supeditado a tres variables: que funcionara su estrategia comercial; que pudieran realizar un ajuste de plantilla del 20% (80 trabajadores); y que la SEPI desembolsara 27,4 millones de euros de ayudas condicionadas a inversiones que el grupo no ha acometido.
Las dos últimas condiciones ya parece difícil que se vayan a cumplir. El problema es que, sin ajuste de plantilla, la empresa no ve factible salir de pérdidas. Y el futuro de BPE 'sólo es posible si es rentable', según advirtió en 2006 su presidente, Christian Schmidt.
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