16 de noviembre de 2024
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Morgan Stanley indemniza a ocho mujeres por su machismo institucionalizado

Morgan Stanley indemniza a ocho mujeres por su machismo institucionalizado
Guerra de sexos en Wall Street

Los bancos de Wall Street se someten a cada vez más pleitos por discriminación en los negocios que se pactan en campos de golf, partidos de béisbol o clubs de caballeros. Es territorio prohibido para las brókers femeninas, que no se resignan a ocupar puestos de segunda división y, poco a poco, consiguen hacer entrar en razón a los bancos

El 27% de los ejecutivos de nivel medio de Wall Street son mujeres, pero este porcentaje llega al 87% entre las secretarias

Las strippers,el lenguaje sexista y los bailes eróticos en la infame sala Boom Boom del banco de inversiones Salomon Smith Barney causaron escándalo en los años noventa. Pero el machismo más insidioso en Wall Street ocurre en las actividades sociales, ya sea un partido de golf con un gestor de fondos en Connecticut, una excursión de béisbol al estadio de los Yankees o una cena en el Hustler Club. Es ahí donde se hacen los negocios más jugosos, siempre entre caballeros. De ahí la importancia de un acuerdo extrajudicial alcanzado el mes pasado entre ocho mujeres de Wall Street y el banco de inversiones Morgan Stanley tras la última demanda por discriminación sexual contra los bancos de Wall Street.

Morgan Stanley, que tiene unos 8.000 brókers, una tercera parte mujeres, pactó indemnizaciones por 46 millones de dólares – unos 34 millones de euros- para resolver una demanda presentada por ocho empleadas en el 2003 en la que se le acusaba de discriminar en remuneración, ascensos, formación y apoyo a ventas. Por el acuerdo, Morgan se compromete a crear sistemas más equitativos de reparto de las carteras de negocio de agentes que se marchan o se jubilan. Estas carteras – según las demandantes- suelen asignarse durante actividades "sociales" de las que las mujeres están excluidas.

Noes la primera vez que Morgan Stanley indemniza a sus empleadas por discriminación institucionalizada. En el 2004, pagó 54 millones de dólares en indemnizaciones tras una demanda presentada por la operadora de bonos Allison Schieffelin, que había sido destituida cuando protestó contra el trato discriminatorio en sueldos y ascensos. Schieffelin osó preguntar por qué no podía acompañar a un grupo de brókers en un viaje a Las Vegas. Fue informada de que "los hombres se sentirían incómodos participando en actividades con contenido sexual con la presencia de una colega", según explicó el Consejo Nacional de Organizaciones de Mujeres.

Smith Barney y Merrill Lynch pagaron indemnizaciones que suman 200 millones tras las respectivas demandas por discriminación. Y Dresdner Kleinwort afronta posibles indemnizaciones por más de mil millones en otro caso de presunta discriminación sexual. Hace dos años, UBS pagó 29 millones a Laura Zubulake, que había sido despedida tras quejarse de que los brókers masculinos realizaban negocios en el campo de golf y en el club de caballeros.

Wall Street sigue siendo territorio de varones blancos. Sólo el 20% de los nuevos contratados y el 27% de los ejecutivos de nivel medio son mujeres, aunque este colectivo alcanza el 87% de las secretarias, según el instituto neoyorquino Catalyst. La asociación de la American Securities Industry calcula que el 70% de los directivos en Wall Street son hombres blancos. Durante los ajustes de plantilla tras el colapso bursátil del 2000, las mujeres sufrieron más, con un desplome del 15% del empleo femenino en el sector financiero neoyorquino.

Otras medidas adoptadas en Morgan y otros bancos incluyen la creación de cursos de formación sobre diversidad, la mejora de las condiciones de las bajas por maternidad – ahora son doce semanas con sueldo- y la creación de un defensor para vigilar la discriminación. Morgan despidió hace dos años a cuatro empleados que habían visitado un club de striptease. Pero está por ver si todo esto ha cambiado el ambiente de misoginia y machismo grosero que Susan Antilla denuncia en su libro Tales from the Boom Boom room (Harper Collins, 2003), en referencia a lo que ocurría en los noventa en la mencionada sala de Salomon Smith Barney. "Los brókers masculinos habían arrancado la ropa a las mujeres, habían manoseado sus senos y habían expuesto su excitación sexual", resumió Business

Week.Hubo más humillaciones.

En una ocasión, una mujer contratada como bróker tuvo que limpiar los lavabos de la oficina de Smith Barney. Una ex empleada de Salomon, Pamela Martens, denunció que las mujeres se excluían de forma sistemática de actos como las salidas a jugar a golf. Muchas mujeres en Wall Street siguen denunciando una ley de silencio respecto al problema de machismo y acusan a los bancos de realizar cambios cosméticos. "Ahora cada banco tiene un comité de diversidad, pero eso es para mitigar el coste de demandas judiciales más que para cambiar el statu quo de verdad", dijo una ex directora de Goldman Sachs.

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